Esta locución verbal de nuestro castellano culto familiar es equivalente estricto de intimidar, es decir, ‘infundir temor en una persona’. No se consigna en la última edición del Diccionario académico (2014), pero sí se documenta en la pluma de escritores peruanos como Jaime Bayly: “No me hables como si fueras mi padre. Si crees que me vas a meter miedo, te equivocas” (La mujer de mi hermano, Barcelona 2002, p. 14).
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