En la lengua general, este sustantivo designa la “faena de matar los cerdos, salar el tocino, aprovechar los lomos y los despojos, hacer las morcillas, chorizos, etc.” (DRAE 2014). Pero en el Perú es, curiosamente, el “chicote de tiras trenzadas que termina en tres puntas, generalmente de mimbre, con el que se aplica castigo físico, especialmente a los niños” (DiPerú, 2016). Véase un ejemplo: “Un director de educación primaria habría golpeado a un alumno de 10 años en la espalda con un sanmartín” (íd.). Felizmente, el sanmartín se usa cada vez menos entre nosotros.
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