El ex doctor Alan García tiene todo el derecho de difundir el alcance cósmico de sus promesas electorales. Y los votantes tenemos el derecho de no creerle nada.
Sus propuestas recientes para la juventud son un motivo propicio para ejercitar esta dinámica. Pocas veces se tiene a la mano un texto tan acabado de demagogia pura y delirio.
Don Alan anuncia la creación del ministerio de la juventud. Una entidad que impulsará los estudios profesionales y la titulación, la creación de empresas jóvenes, zonas francas de innovación; financiará empleo temporal; brindará seguro de salud y apoyo a los clubes de fútbol amateur, becas para deportes, ‘skateparks’ y gimnasios, Internet gratis en los parques, apoyo en el alquiler de viviendas; erradicará la violencia juvenil y el pandillaje; y promoverá la cultura y el arte juveniles.
No es posible comentar esta postal del mundo perfecto sin disociarse de la realidad. El mero hecho de imaginar tanta belleza fluyendo del aparato estatal impone una pregunta de base. Si el Estado fuera capaz de producir una generación de jóvenes con dientes derechos y sin hemorroides, ¿por qué mejor no crea el ministerio de los peruanos y apoya también el tejido a crochet, la raspadilla sin azúcar y la eliminación del tráfico?
Luego están los empleos, por miles, por cientos de miles. Alumbrados por una subvención directa a las empresas que contraten jóvenes. Don Alan ha calculado que si el Estado paga la CTS y las contribuciones por salud (a las EPS y Essalud, imagino), ofreciendo un crédito en el Impuesto a la Renta, lo perdido en un lado se recuperará en IGV.
Con este subsidio, los empleadores contratarán a jóvenes que, con sus salarios, gastarán en cosas gravadas con IGV, recuperando el fisco lo que deje de recibir en Impuesto a la Renta. Gracias, como él mismo declara, al principio del “giro de la economía”. O sea, metes plata en un sombrero, le das vueltas, y sale más plata al final del acto.
¡Caramba! Si cada subvención nueva eleva la recaudación marginal, ¿por qué el Estado no asume el íntegro de las remuneraciones y costos laborales de todos los nuevos empleados que se contraten desde ahora hasta que el Sol gire alrededor de la Tierra?
No le gusta la ‘ley pulpín’, es injusta y abusiva. Recorta los derechos de los jóvenes. No recuerda el candidato que, cuando fue presidente, recortó mucho más que la ‘ley pulpín’.
El régimen que creó Alejandro Toledo para las microempresas lo extendió él a las pequeñas, en junio del 2008, a través del Decreto Legislativo 1086 (vacaciones de 15 días, CTS al 50%, menor indemnización por despido). Además, lo que era un régimen temporal lo hizo permanente (Decreto Supremo 007-2008). Y dispuso que, con acuerdo del Consejo Nacional del Trabajo, se podía establecer salarios por debajo de la remuneración mínima vital (artículo 7 del Decreto Legislativo 1086). Condiciones especiales (que personalmente encuentro acertadas) que alcanzan al 99,2% de las empresas y al 80% de la PEA que trabaja en ellas.
Ahora quiere “refundar el Estado con la juventud”. Propone que la administración pública cubra sus vacantes con jóvenes técnicos y profesionales. Como si en la actualidad solo se reclutaran adultos mayores sin preparación. ¿Qué cosa de nuevo trae esta propuesta?
Alan no tiene nada serio que decirle a los jóvenes, en realidad. Son ellos los que en abril le dirán que ya nadie cree en su floro.