Algunos analistas políticos dudan de la capacidad de Alan García de llevar a la Alianza Popular a la segunda vuelta en estas elecciones. Razones para preocuparse que los pronósticos negativos se hagan realidad no faltan.
En esta elección, García ya no tiene el factor de la novedad y del pedido de una segunda oportunidad, y los narcoindultos son un karma que persigue sus aspiraciones electorales. Como resultado, tiene un alto antivoto en esta campaña.
Lourdes Flores Nano no le ha dado el impulso esperado según las recientes encuestas. Por ello, a García y a la lideresa pepecista les será muy difícil empujar el vagón y ganar congresistas en el próximo Parlamento. Algunos incluso se entusiasman con la posibilidad de que la Alianza Popular no pase la valla electoral, pero lo cierto es que, aunque para muchos el Apra y el PPC puedan ser intolerables, los necesitamos.
Estos partidos son históricos y han sobrevivido al derrumbe del sistema de partidos. Son agrupaciones además que no son una mera marca electoral. Por el contrario, podemos decir que, con el fujimorismo, son los más organizados.
Más allá de que estos partidos dependan en extremo de los liderazgos de García y Flores Nano, ambos tienen dirigentes visibles, generación de reemplazo, juventud partidaria y electores fieles. La sobrevivencia de los dos partidos en esta elección, es decir, que al menos tengan una representación legislativa, es necesaria para dar continuidad al frágil sistema de partidos que tenemos. Grupos políticos con historia le brindan estabilidad y predictibilidad a la institución parlamentaria.
Los partidos y el Congreso son dos de las instituciones peor aprobadas por la ciudadanía. Los legisladores han hecho méritos para que los ciudadanos tengamos esta percepción. Sin embargo, esta situación se agrava por el hecho de que contamos con muchos aventureros políticos que llegan al Parlamento de la mano de ‘sancochados’ electorales.
Estos personajes tienen débiles lealtades con sus marcas partidarias. Ya hemos visto cómo en este Parlamento saliente, partidos sin historia, como el nacionalismo, terminan implosionando, llenando este foro de tránsfugas que buscan su propia sobrevivencia.
Grupos políticos con elecciones acumuladas, por el contrario, ofrecen congresistas con experiencia y que son más leales a sus partidos. Por ejemplo, la reducida representación aprista tiene entre sus integrantes a Mauricio Mulder y a Javier Velásquez Quesquén, quienes generan la impresión de que el Partido Aprista cuenta con una bancada numerosa.
Ambos personajes ya tienen un amplio bagaje parlamentario y saben cómo lidiar con la ‘tramitología’ del Congreso, ahorrándonos el período de aprendizaje que cada legislador novato tiene que ganar. En el caso del PPC, Javier Bedoya y Juan Carlos Eguren ofrecen también experiencia. Lo que sí es lamentable es que Marisol Pérez Tello y Alberto Beingolea no postulen a la reelección debido a los líos en su agrupación. Ellos representan la necesaria renovación de su grupo político.
En suma, los partidos que tienen permanencia en el tiempo brindan estabilidad al sistema y congresistas que son reelectos aportan experiencia. Desde el lado de los votantes, esto facilita la rendición de cuentas que significa cada elección, pues los ciudadanos tenemos una mejor idea acerca del desempeño de los partidos y de los congresistas en gestiones anteriores.
Por ello, sería una buena noticia que la Alianza Popular haga los méritos ante los electores para pasar la valla electoral y que cuente con una bancada representativa. No se trata de darles un voto ciego porque sean partidos sólidos y tengan congresistas experimentados, sino que se ganen el voto ofreciendo una futura labor legislativa de calidad.