Un grupo de personas hace fila en un supermercado, durante la emergencia por el coronavirus. (Foto: Hugo Curotto).
Un grupo de personas hace fila en un supermercado, durante la emergencia por el coronavirus. (Foto: Hugo Curotto).
Enzo Defilippi

La historia económica está llena de ideas muertas. De razonamientos errados que murieron luego de generar miseria y retraso, como la planificación central y la propiedad pública de los medios de producción.

Hay, sin embargo, ideas que no terminan de morir. Que son resucitadas bajo el mismo razonamiento que ha demostrado estar equivocado una y otra vez. El premio Nobel Paul Krugman las llama ideas zombi porque “se siguen arrastrando y comiendo los cerebros de la gente”.

La semana pasada, el Congreso, a pedido del Ejecutivo, le otorgó para combatir la especulación y el acaparamiento de productos durante una emergencia. Eso implica fijar temporalmente los precios de los productos de primera necesidad, una terrible idea resucitada del primer gobierno de Alan García.

Nadie que recuerde esos años o que tenga la suficiente cultura general para saber qué está pasando en necesita que le expliquen que los controles de precios generan escasez, mercados negros y corrupción. Es decir, acaparamiento y especulación (lo que se quiere evitar). Eso no sucede bajo un régimen de libre mercado porque cualquier aumento de precios, aun durante una emergencia, incentiva a las empresas a producir más. ¿Se acabó el agua embotellada durante el fenómeno de El Niño del 2017? Se repusieron los estantes unos días después. ¿Escaseaba el papel higiénico al inicio de la cuarentena? Ahora hay en abundancia. Eso no ocurre en Caracas o en Maracaibo porque la fijación de precios por el Gobierno hace que ninguna empresa quiera producir lo que escasea. Eso incentiva a los comerciantes inescrupulosos a esconder productos para venderlos, por lo bajo, a precios exorbitantes (total, saben que no se producirá más). Ante un desastre natural, eso es como echar sal a la herida de los damnificados.

Lamentablemente, ese no es el único razonamiento falaz contenido en el pedido de facultades. El Gobierno ha sustentado su pedido para legislar sobre libre competencia (sin revelar para qué) argumentando que “la realidad demuestra que en una situación de emergencia se pueden acentuar las fallas de mercado”. ¿Sí? ¿Cuáles? Las fallas de mercado (monopolios, externalidades, asimetrías de información) son estructurales; es decir, no se afectan durante una emergencia. De hecho, los mercados peruanos han estado bien abastecidos estas semanas. Argumentos falaces como ese sirven de excusa para legislar cualquier disparate.

A mí me preocupa mucho que el Gobierno haya pedido facultades para legislar sobre estos temas (los otros me parecen razonables) porque ello implica que el MEF no se ha opuesto a estos despropósitos. Aún más, porque desde los 90 no teníamos un MEF tan sometido a Palacio de Gobierno como el actual (en eso coincido con mi vecino de la derecha). Como recordamos, la ministra Alva no tuvo reparos en firmar el decreto que les devuelve a los transportistas el 53% del ISC a los combustibles, a pesar de estar sustentado en razonamientos igualmente falaces y absurdos (aquella vez la excusa fue la seguridad vial).

Yo creo que el Ejecutivo está enfrentando la epidemia razonablemente bien. Pero si tiene los recursos para hacerlo es porque hemos mantenido una política económica razonable desde hace más de 25 años. No tiene sentido que los impulsos populistas o la falta de firmeza para enfrentarlos echen algo tan valioso por la borda.


El Comercio mantendrá con acceso libre todo su contenido informativo sobre el coronavirus.