Alejandra Costa

Cuando el 31 de mayo del año pasado el Ministerio de Economía y Finanzas () realizó una emisión de soberanos por S/9.185 millones, publicó ese mismo día una nota de prensa que destacaba esa operación como el regreso del Perú por la “puerta grande al mercado internacional”.

Esta frase estaba bastante cargada de exageración, pero su entusiasmo contrasta con el silencio que mantenía el MEF, por lo menos, hasta anoche sobre la emisión de bonos soberanos al 2039 por S/7.000 millones que concretó esta semana, cuyos detalles han sido revelados por “Gestión”.

Será tal vez que, pese a que el MEF había aprobado emitir el equivalente en soles de hasta US$3.000 millones –US$500 millones más que la emisión del 2023–, al final el monto colocado fue menor que el del año anterior.

O que la tasa de 7,65% es superior a la de operaciones similares en el pasado o que la demanda por estos papeles solo llegó a 1,24 veces la oferta, cuando estamos acostumbrados a que, al menos, la triplique.

Por supuesto que sobre estos resultados pesan factores internacionales, pero también es imposible negar que estamos pagando –o, más precisamente, nos estamos comprometiendo a pagar en 15 años– el precio de la rebaja de la calificación crediticia del país por S&P.

A solo un peldaño de perder el grado de inversión y con el riesgo de que Fitch Ratings también empeore la nota soberana en octubre, queda en evidencia que la deuda peruana se percibe como una inversión de relativamente mayor riesgo que antes y que, por lo tanto, amerita mayores rendimientos.

Al resultado también ha contribuido que las AFP, los principales demandantes de estos papeles, no hayan participado en esta operación. Esto no debería sorprender a nadie, pues ya se había advertido que el retiro de fondos de pensiones que aprobó el Congreso y promulgó el Ejecutivo las ha alejado de este tipo de papeles, pues requieren liquidez.

Aunque es positivo que se estén retirando del mercado bonos soberanos con vencimientos hasta el 2039 y se esté aumentando el porcentaje de la deuda denominada en soles, no hay demasiado que festejar en esta ocasión.

Ojalá el MEF tome este resultado como un nuevo recordatorio de que, si no pone en orden las finanzas públicas y empieza a tomar acciones concretas para estimular el crecimiento de la economía de manera sostenida –y no solo festejar una cifra impresionante, pero posiblemente irrepetible como la del crecimiento de abril–, corremos el riesgo de algún día mirar estas cifras con nostalgia.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.


Alejandra Costa es curadora de Economía de Comité

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