‘Carlos’ y ‘Arturo’, por Fernando Rospigliosi
‘Carlos’ y ‘Arturo’, por Fernando Rospigliosi
Fernando Rospigliosi

Hugo Bustíos, corresponsal de "Caretas", fue asesinado el 24 de noviembre de 1988, en Huanta, Ayacucho. Era un periodista desarmado que iba en una motocicleta con otro colega, Eduardo Rojas, a cubrir una información. No murió en un enfrentamiento ni alcanzado por una bala perdida. No. Fue asesinado por un grupo de militares que lo querían matar a él y le tendieron una emboscada. Fue un crimen con premeditación, alevosía y ventaja.

En los 90 la revista "Caretas" identificó a algunos de los culpables, pero el Ejército y el fuero militar encubrieron a los responsables del asesinato de Bustíos, que dejó viuda e hijos huérfanos. El año 2003 la Comisión de la Verdad envió el caso al Poder Judicial, que procesó y condenó en el 2007 a dos de los culpables: el entonces comandante de la base militar de Castropampa Víctor La Vera Hernández, quien dio la orden de matar a Bustíos, y el entonces capitán Amador Vidal Sambento, uno de los autores materiales.

El 2008 la Corte Suprema ratificó las condenas a 17 y 15 años de cárcel respectivamente y ordenó ampliar las investigaciones porque, como es obvio, había otros culpables. Bustíos había sido emboscado por varios militares que lo hirieron a balazos y luego se acercaron y lo remataron haciéndolo volar con una granada. (Rojas logró escapar). Es mentira, entonces, que el caso estaba cerrado, como afirma Daniel Urresti.

El 2009 comienza la investigación ampliatoria ordenada por la Corte Suprema y es ahí donde aparece el nombre de Daniel Urresti, ‘Arturo’, que era el capitán jefe de inteligencia de la base de Castropampa. Hasta ese momento sus compañeros, por un equivocado espíritu de cuerpo, lo habían protegido.

Es falso también lo que afirma Urresti, que a él recién lo involucran el año pasado a raíz de sus acciones contra la minería ilegal. Está implicado en la investigación desde el 2009. Es más, en 1991, en el fuero militar, La Vera Hernández y Vidal Sambento mencionaron a un capitán, pero no dieron el nombre verdadero.

En la investigación, varios testigos señalaron a Urresti y a su inseparable subordinado, el suboficial Johnny Zapata, ‘Centurión’, como participantes directos de la emboscada a Bustíos y Rojas.

Las evidencias que incriminan a Urresti son tantas –el suboficial Zapata ya falleció– que el fiscal que investigó el caso en Ayacucho decidió acusar a Urresti el 7 de junio del 2013. El 17 de junio del 2013 el juez penal consideró que había suficiente evidencia y le abrió proceso que ha sido derivado a una sala penal en Lima. La sala determinó que Urresti sea juzgado en libertad pero con restricciones: impedimento de salida del país, etc. Es decir, no se tratan de simples sospechas o la declaración de una persona, como afirma falazmente Urresti.

La acusación es precisa: "Por disposición del jefe de base Víctor Fernando La Vera Hernández, fueron emboscados y atacados [Bustíos y Rojas] por miembros del ejército peruano de la base militar de Castropampa al mando del oficial EP Daniel Belisario Urresti Elera conocido con el apelativo de Arturo, con la participación del sargento Johnny José Zapata Acuña, conocido con el apelativo de Centurión…".

Las diferencias entre el fiscal y juez se refieren a si Urresti estaba en el lugar ordenando el asesinato o si él mismo disparó.

Ahora corresponde a la Fiscalía Penal Superior proceder con la acusación.

Por menos de lo que se acusa a Urresti están presos César Álvarez y Gregorio Santos, recién en la etapa de investigación, mientras que Urresti ya está procesado. Los jueces consideran que Álvarez y Santos en libertad pueden usar su poder para obstaculizar las investigaciones. ¿Y Urresti no usará el inmenso poder del Ministerio del Interior para amedrentar, chantajear, extorsionar o comprar a testigos, fiscales y jueces?

En la década de 1990 asistimos a una situación similar, cuando muchos miraban para otro lado y no querían saber nada de Vladimiro Montesinos, con el argumento –falso por cierto– de que era eficaz, sin importar los delitos que cometiera.

En suma, en el Perú de hoy, cuando vivimos en varios aspectos una suerte de restauración montesinista, algunos piensan que si el capitán ‘Carlos’ es presidente de la República, ¿por qué el capitán ‘Arturo’ no puede ser ministro del Interior?