Hacía varios años que la Superintendencia de Banca y Seguros no liquidaba una institución financiera, como ocurrió la semana pasada con la Caja Municipal de Ahorro y Crédito de Pisco. Era la más chica de las cajas municipales, con apenas 53 millones de soles en depósitos del público. Su cartera de créditos, sin embargo, se duplicó en los últimos cinco años, y últimamente comenzó a deteriorarse. Cada vez eran más los préstamos vencidos y en cobranza judicial. Al acumularse las pérdidas, la SBS exigió a sus accionistas que pusieran más capital. Como no lo hicieron, ordenó su liquidación.
Los reguladores bancarios tienen en el mundo entero el poder para cerrar un banco cuando consideran que sus indicadores de rentabilidad o de solvencia ponen en riesgo los depósitos del público. Pero los depósitos del público generalmente están protegidos por un seguro. Lo que, en realidad, protegen los reguladores es la solvencia de la entidad aseguradora. Con el cierre de un banco en problemas evitan que sus pérdidas se multipliquen y que el costo para la aseguradora aumente.
En el Perú, el Fondo de Seguro de Depósitos cubre un poco más de 90 mil soles por persona. La SBS estima que el 98% de los depositantes de la Caja Municipal de Pisco podrán recuperar toda su plata. El seguro es una maravilla para la gente ahora que el banco ha sido cerrado, pero también ha contribuido a que crezcan sus problemas. Si no hubiera sido por el seguro, sus depósitos no habrían aumentado 30% al año en los últimos cinco años. La gente habría esperado que le pagaran una tasa de interés más alta antes de poner su plata allí.
Tal vez sea mejor que la gente asuma cierta responsabilidad al escoger su banco. En los seguros automovilísticos, por ejemplo, uno tiene que pagar un porcentaje del costo de reparación del carro cuando choca. La idea siendo que el asegurado no se desentienda de las consecuencias financieras de un accidente y tenga, por lo tanto, más cuidado al manejar. Del mismo modo, un seguro que cubriera, digamos, solamente el 90% de los depósitos forzaría a la gente a pensar mejor dónde poner sus fichas.
Por otro lado, la decisión de cerrar un banco parece precipitada cuando todavía tiene la posibilidad de obtener ganancias en operaciones de bajo riesgo. La Caja Municipal de Pisco ha perdido plata desde el 2011, pero siempre ha estado en azul si no se considera ciertos gastos (como la depreciación de sus equipos) que no exigen una salida inmediata de efectivo. Vista de esta manera, en lugar de una pérdida contable de dos millones de soles el año pasado, lo que tenía era un margen positivo de casi un millón y medio.
El cierre repentino de una entidad financiera evita que otorgue más créditos de dudosa recuperación, pero también impide que les siga prestando a los clientes que sí cumplen puntualmente sus obligaciones. Tendría más sentido ir apagando a los bancos en problemas lentamente, limitando sus actividades a las operaciones más seguras y de más corto plazo, y exigiéndoles que vayan devolviendo poco a poco los depósitos del público, hasta que demuestren una recuperación sostenida en sus indicadores de solvencia. El objetivo principal debe ser el de no socializar las pérdidas, pero eso solamente puede conseguirse transfiriendo una parte de los riesgos a los depositantes que en su momento confiaron en ellos.