En los Pasos Perdidos del Congreso de la República hay silencio. El fin de la legislatura ha traído cierta calma y permite respirar a los sectores productivos amenazados constantemente por un Congreso impredecible, populista, antiinstitucional y envalentonado por la nula oposición que encuentra en su camino.
Han sido meses de una producción legislativa reprochable en la mayoría de sus aspectos.
Según el “Poder en tus manos” de RPP, de los 65 cambios realizados en la Constitución desde el 2021, 53 tienen que ver con la aprobación de la bicameralidad que cambiará el juego político. Absolutamente nada garantiza que el cambio sea positivo.
Como ya lo explicó el politólogo de 50+Uno Alejandro Boyco (“La República” 15/3/24), lo que ha engendrado este Congreso es un super-Senado, con poderes casi absolutos para tomar las decisiones más importantes del país, sin espacios para la discusión con la Cámara Baja, pues podrán alterar textos generados por los diputados y aprobarlas a su gusto o simplemente archivarlas. El espíritu reflexivo de un sistema bicameral queda descartado.
La ausencia de un financiamiento privado transparente ha favorecido la permeabilidad del Legislativo a intereses informales/ilegales, como la que reduce la regulación a los peligrosos colectiveros, o minúsculos y ridículos, como la reducción del IGV a las peluquerías, ambas leyes aprobadas en los últimos meses. Esta legislatura ha sido también un festín de impunidad. Se aprobó la eliminación de responsabilidad penal de partidos políticos en un claro conflicto de interés de Fuerza Popular, Perú Libre y Renovación Popular, y está por aprobarse en la Comisión Permanente el proyecto que modifica la ley de crimen organizado y otra que varía los alcances de lesa humanidad.
¿Qué nos espera en la próxima legislatura? En el Perú las respuestas sobre el futuro son aptas para los grandes maestros de las artes místicas; sin embargo, hay un camino trazado por lo menos en el Congreso. Hay discusiones pendientes para aprobar el dictamen que cambia, por un capricho coyuntural, la Junta Nacional de Justicia y otro que coloca restricciones a la postulación de candidatos por ciertos delitos cometidos. Las reglas de juego institucional cambian según los humores en las curules.
En pocos días asistiremos al show de la delegación de facultades bajo la aún presidencia de Alejandro Soto, cuyo mayor legado personal será la intrascendencia y el mutismo. Es una pena que este Congreso no lo sea y que nadie –¿alguien dijo oposición?– le pueda bajar el volumen.