Para salvar el pellejo en este país, hay que responsabilizar de las tragedias al destino, al infortunio, al azar. Sacar cuerpo es un deporte olímpico. Es así como coleccionamos frases memorables como la dicha por el ministro de Transportes y Comunicaciones. Raúl Pérez-Reyes no tuvo reparos en afirmar que la falla de luces en la pista del aeropuerto fue un “caso fortuito”.
Quisiera decir que es increíble pensar que una instalación estratégica como un aeropuerto, único en sus características –y no porque sea extraordinario, sino porque es lo que hay–, sea vulnerable a “casos fortuitos”, pero todos tenemos evidencias de que la operación de Córpac, institución adscrita al MTC, es deficiente. El problema no solo son las pérdidas económicas generadas a aerolíneas, empresas o personas naturales, sino el potencial riesgo que corren los seres humanos. Una falla puede significar la muerte.
Hace apenas unas semanas, 17 personas fallecieron en un accidente en la vía Los Libertadores en Ayacucho. No se puede dudar de que una de las variables que impactan en el tránsito interprovincial es el pésimo estado de las carreteras. El caso de la vía Los Libertadores es escandaloso. Mientras los ciudadanos se preguntan a dónde se fue el dinero que destinó el MTC para el supuesto mantenimiento y los deudos difícilmente superan el duelo, ¿argumentará el ministro en la próxima interpelación ante el Congreso que ese también fue un evento fortuito?
¿Será también un caso fortuito cuando, en unos cuantos meses, una combi destartalada con 35 años de circulación arrolle a un escolar? En lugar de incentivar una modernización en el transporte público, el MTC acaba de actualizar el Cronograma del Régimen Extraordinario de Permanencia para los vehículos destinados al servicio de transporte terrestre regular de personas, y permite que combis y coasters fabricadas a inicios de los 90 puedan seguir brindando el servicio.
El ministro de Transportes y Comunicaciones acudió al aeropuerto la madrugada en la que el caos se desató para, según dijo a la prensa, “resolver el problema y no buscar culpables”, porque en este país nunca los hay. La responsabilidad política no desea someterse a cuestionamientos.
Quizás, para buscar a los responsables habría que mirarse el ombligo, pero eso es mucho pedir en este Gabinete liderado por una presidenta fortuita.