Desde que tenemos cifras oficiales confiables, nuestro país nunca ha crecido más del 7% anual por diez años consecutivos. Digo esto porque –si nos interesa enfocar mejoras significativas o niveles de desarrollo económico– el intervalo de tiempo relevante sería el decenio y no el año (o hasta el mes, como nos refieren nuestras discusiones de coyuntura). Sobre este punto, no existiría mayor diferencia entre el crecimiento y el desarrollo. Todas las naciones que crecen a tasas altas por décadas se han desarrollado.
Hoy –asumiendo los estimados previsibles para el 2014– la mayor tasa de crecimiento promedio por decenio de nuestra historia (6,6%) se registró del 2004 al 2013. Haciendo lo que hacemos, nada parece indicar que estemos encaminados a alcanzar pronto estándares económicos de país del Primer Mundo.
El propio titular del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), Alonso Segura, en la reciente Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE) señalaba que nuestro país ni siquiera crecería 7% anual en el mediano plazo. La mejor perspectiva, supongo que se refería a la actual administración, implicaría un crecimiento cercano al 5% anual. Agregó que si queremos crecer por encima del 6% tendríamos que trabajar en reformas significativas. No estuve allí, pero supongo que él sabrá las razones por las cuales su gobierno no las implementa.
Alejémonos de lo coyuntural por un momento. Si alguien de la década de 1960 a la de 1990 proyectaba que la economía nacional del 2004 al 2013 crecería a una tasa anual promedio del 6,6%, hubiera sido tildado de iluso o vendedor de ilusiones.
Pero –como sostenía H.G. Wells– no existe nada más extraordinario que la realidad. Lo extraordinario no es tan raro como se nos quiere hacer creer. China no le pidió permiso a nadie y creció sostenidamente al 8,8% anual por 33 años, de 1980 al 2013. Tampoco lo hizo Singapur, que creció, en un lapso mucho mayor –de 1961 al 2010–, al 7,9% anual.
Lamentablemente, Segura está en lo correcto cuando sostiene que –haciendo lo que está haciendo el gobierno– la mejor perspectiva imaginable se ubica alrededor del 5%.
Y este es el meollo del asunto. La historia global –no la historia peruana ni la latinoamericana– nos muestra que crecer más del 7% por largos períodos es posible. Y los que hicieron esto nunca se resignaron a crecer solo 5%. Ambicionaron más y fueron capaces de tomar las acciones necesarias para crecer por décadas.
No olvidemos que –a mediados del siglo XX– Singapur registraba un producto por habitante cercano al nuestro; mientras China, en cambio, era muchísimo más pobre que nosotros. Pero, insisto, ellos hicieron lo que no estamos dispuestos a hacer. Abrieron sus economías audazmente, destrabaron las inversiones tajantemente, consolidaron sus mercados y hasta hoy no dejan de educar a su gente (con altísimos presupuestos educativos).
Segura tiene razón, pensando y actuando como nuestros gobernantes, solo con mucha suerte rozaremos el 5%.