El conocido periodista Mirko Lauer ha escrito en “La República” el sábado 31 de mayo una columna sobre la denominada concentración de medios (http://goo.gl/2nS0YV). En ella recomienda leer un editorial de “The New York Times” (NYT), en el cual, según dice, se saluda la decisión del Gobierno de Estados Unidos de prohibir la fusión de dos importantes empresas de cable estadounidenses. Un ejemplo de que las democracias también controlan esas cosas.
El editorial, por supuesto, existe. Fue publicado el pasado 27 de mayo y presenta la opinión del NYT sobre la inminente fusión de las empresas Comcast y Time Warner Cable. Lo que no existe es mayor relación entre este caso y la discusión local sobre la llamada concentración de medios de prensa escrita.
Comcast y Time Warner Cable son empresas gigantes de televisión por cable y acceso a Internet de banda ancha. Si se juntan, podrían controlar el 40% del mercado estadounidense de Internet de alta velocidad y un 30% del negocio de televisión por pago.
Lo que asusta a un sector de la opinión pública en Estados Unidos es que el gigante que nacería de esta fusión podría imponer precios excesivos a sus clientes, limitar la velocidad de Internet e impedir que otros proveedores de contenido, como Netflix o Google, sean incluidos en sus planes de suscripción. Un caso típico de supuesto monopolio en el sector de telecomunicaciones.
El temor a lo de Comcast y Time Warner Cable se basa en la dificultad de que aparezcan nuevos proveedores a competir con ellos, considerando la inversión millonaria que la industria requiere, la escasez de espectro de banda ancha y las licencias de operación previas que emite la Comisión Federal de Comunicaciones.
Nada de esto guarda relación con el pleito local sobre medios escritos, en donde el número de proveedores posibles es, para efectos prácticos, potencialmente ilimitado debido a la relativamente baja inversión, inexistencia de recurso clave escaso y nula necesidad de autorización previa. Y donde las opciones a la mano del consumidor no solo son múltiples, sino que el cambio de un proveedor a otro puede darse diariamente sin mayor costo para el lector, algo que no se puede hacer con el cable o el acceso a Internet.
Muy mal ejemplo el proporcionado por el señor Lauer para reforzar su punto de vista sobre la “concentración de medios”. Y mala leche, además, para incluir una cosa que es falsa. Dice que el editorial del NYT “saluda la decisión del Gobierno de EE.UU. de bloquear una fusión de empresa de cable que hubiera producido una concentración excesiva en el mercado”.
Mentira. El artículo del NYT no dice eso en ninguna parte. De hecho, la fusión sigue encaminada. El último de los documentos de registro de la transacción ante la Conasev estadounidense se acaba de presentar hace una semana; no existe aún ningún pronunciamiento contrario del área antimonopolio del Departamento de Justicia; la Comisión Federal de Comunicaciones no ha dicho nada tampoco; y varios estados recién analizan el impacto que tendría el eventual matrimonio.
Pese a tanto escrutinio, muchos analistas creen que la operación tendrá luz verde, entre otras razones, porque Comcast y Time Warner Cable no compiten en ningún mercado, pues atienden ciudades diferentes. Es decir, su eventual fusión no restará opciones a los consumidores.
Sería deseable que un periodista tan destacado no necesite desinformar para ganarse a sus lectores. Ojalá corrija su columna y, si finalmente Comcast y Time Warner Cable llegan a juntarse, salude esa fusión con el mismo entusiasmo que ha usado esta vez para mal llevar agua para su molino.