Mabel Huertas

El ministro de Defensa, Walter Astudillo, pretende convertir el caos actual en una suerte de efecto ‘rally round the flag’ (¿alguien dijo patrioterismo?). En su lógica, debemos poner de lado nuestras diferencias y, como buenos peruanos, unirnos bajo el ‘liderazgo’ de la presidenta Dina Boluarte para combatir al enemigo en común: el crimen organizado.

Astudillo ha pedido que dejemos las críticas porque, según él, no aportan nada. Y, en una demostración de pura improvisación política, la misma Boluarte ha declarado que quienes la critican son solo “envidiosos e insatisfechos”.

Tal vez sea porque esos críticos no disfrutan de las mismas comodidades que ella: autos blindados, caravanas que paralizan el tráfico y una escolta que la aísla de la hostil capital, esa que el resto de los mortales debe enfrentar a diario.

Sin sonrojar sus lisas mejillas, la presidenta ha acusado a quienes no tienen ingresos de terminar convertidos en delincuentes. Quizás porque para ser honrado hay que tener un Rolex en la mano.

El jefe del Estado Mayor de la PNP, el general Óscar Arriola, ha rematado la faena afirmando que la percepción de inseguridad es simplemente una consecuencia de la información que circula. Su brillante reflexión invita a que apaguemos el televisor, dejemos de leer periódicos o escuchar la radio.

Así, según su lógica, ni nos enteraremos de los asesinatos, robos o los escándalos político-criminal-faranduleros. Quizás, en breve, el general sugiera que abandonemos las redes sociales, el WhatsApp, y hasta que ignoremos a la vecina chismosa.

Con tanta creatividad a disposición, nuestras autoridades solo han olvidado pedir que, por favorcito, dejen de investigar al ministro del Interior, Juan José Santiváñez. Según los últimos audios filtrados (uno más para la colección), el buen Santiváñez no solo revela sus ambiciones presidenciales, sino que deja cada vez más en entredicho su permanencia en el cargo.

Pero la realidad dista de las desopilantes declaraciones. El crimen organizado avanza y ni la prensa ni la policía se dan abasto para cubrir todos los casos. La desconfianza campea y habita en Palacio de Gobierno. Los peruanos que hacen empresa desde abajo deben ceder a las extorsiones a cambio de seguir con vida. Mientras tantas familias en duelo observan, no con envidia, pero con gran resentimiento, esta comedia trágica llamada Gobierno.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Mabel Huertas es socia de la consultora 50+Uno

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