Aproximadamente hace 65 millones de años los dinosaurios eran los reyes de este planeta. Un día –y sin ellos saberlo– ese reinado llegó a su fin abruptamente. Un meteorito impactó la superficie de la Tierra a la altura de la actual península de Yucatán. La colisión, de una magnitud descomunal, extinguió la mayor parte de la vida. Los expertos nos indican que solo sobrevivieron animales pequeños, como roedores.
Hace 33 años, Charly García lanzaba el tema “Los dinosaurios” en el que explícitamente habla acerca de las desapariciones durante la dictadura militar argentina y metafóricamente canta el final de los autócratas militares. Lo que Charly García omite en la letra es la causa de esa desaparición.
En la última elección, Julio Guzmán se refería a los otros candidatos presidenciales como ‘dinosaurios’. Es decir, seres que dominaron la política pero que estaban próximos a la extinción. No quedaba claro, sin embargo, cuál sería el evento desencadenante de la desaparición.
En la actualidad un meteorito político se acerca con fuerza antediluviana: el Caso Odebrecht. Según confesión de Marcelo Odebrecht, y de otros ejecutivos de la firma, se pagaron sobornos masivos en varios países de América Latina a cambio de licitaciones para la construcción de obras públicas.
En el Perú, los sobornos se realizaron entre el 2005 y el 2014 por un valor de US$29 millones. Este período incluye el mandato de tres presidentes, varios funcionarios y autoridades municipales. Esta bomba promete que muchos de esos dinosaurios entren en pánico, pero la pregunta es si las próximas revelaciones significarán la extinción de algunos de ellos.
Para los dinosaurios reales su destino era desconocido. Un mal día dejaron de existir y de ser los amos de laTierra sin posibilidad de reacción. Para los dinosaurios políticos, el impacto del meteorito los tiene sobre aviso.
Una primera reacción ante este impacto anticipado es el caos y el ruido. Son ellos los que en estado de confusión alientan los dimes y diretes como un mecanismo para desviar la atención hacia culpables de segundo orden. Entre los dinosaurios políticos hay expertos en estas tácticas.
Los dinosaurios reales no tuvieron escudos ni refugios frente a la detonación. Esta fue de tal magnitud que cualquier protección era en vano. En nuestro país, los dinosaurios políticos tienen escudos y escuderos. Muchas veces los escudos son legales. Aunque en este caso sean la justicia brasileña y la estadounidense las que tienen la voz cantante, no se puede subestimar la capacidad de manipulación a la justicia local.
También hay escuderos (permítanme seguir con la analogía: políticos en una escala evolutiva de menor orden) que están dispuestos al sacrificio propio en defensa del dinosaurio mayor. Otros dinosaurios quizá preferirán huir a refugios en donde la justicia internacional no los alcance. De esta especie también hemos tenido antes.
La extinción real de los dinosaurios fue masiva. En el Caso Odebrecht, la jubilación podría ser selectiva. Por los años de los sobornos, hay dinosaurios que están en peligro inminente, mientras otras especies podrían librar culpas. Mientras que para los primeros una revelación puede significar su fin político, para los segundos el drama de los primeros podría significar el inicio de su dominio político, como fue el caso de esos roedores que sobrevivieron el cataclismo del meteorito.
Lo que sí no queda claro es si luego de todo este cambalache emergerán nuevas especies que le den una nueva vida a nuestra política, o si, por el contrario, tendremos que convivir con dinosaurios zombis. De esa especie también hemos tenido en el pasado, hemos votado por ellos y los hemos revivido políticamente.