Se repite, como si fuera verdad, que el Consenso de Washington –ese paquete de reformas de mercado de los 80 y 90– fracasó. Se dice que ni siquiera logró mejorar el crecimiento económico. Eso sostiene un columnista en “La República” recientemente, que se pregunta: “Después del periodo neoliberal, ¿qué?”.
Las críticas al consenso llevan décadas. Con la pandemia, las críticas al mercado han cobrado incluso más fuerza, pues las crisis facilitan el fortalecimiento del Estado y el poder de la clase política. Por eso, es oportuna la publicación de tres estudios recientes que repasan el récord del Consenso de Washington luego de muchos años de no ser cuidadosamente estudiado.
El economista William Easterly documenta cómo las evaluaciones negativas del Consenso de Washington empezaron tempranamente. En 1995, por ejemplo, Paul Krugman calificó de “decepcionante” el desempeño de los países que siguieron dichas reformas. Easterly se cita a sí mismo entre los muchos críticos de años atrás. Pero en su análisis actualizado hasta fechas recientes encuentra que el crecimiento económico está fuertemente relacionado a las reformas y mejoró notablemente luego de ellas, especialmente en América Latina.
Un problema con el grueso de los análisis, según Easterly, es que toman en cuenta un período de tiempo en el que las malas políticas todavía regían. En 1995, por ejemplo, el 40% de los países sufría de por lo menos un 20% de inflación. Además, Easterly explica que hubo un “pesimismo prematuro acerca de las reformas antes de que el proceso de reforma siquiera se cumpla” y antes de que suficientes datos estuvieran disponibles.
Otro estudio de Anusha Chari y coautores encontró un fuerte impacto positivo de una serie de reformas. De tal manera que el crecimiento económico en el mundo en desarrollo entre 1995 y el 2018 fue de dos puntos porcentuales por año mayor al del período 1980-1994. Para el promedio de los países pobres, el ingreso per cápita se duplica en tan solo 16 años ahora, comparado con casi el doble del tiempo en el período anterior.
Respecto a la estabilización de la inflación alta y la liberalización comercial, los autores documentan que el crecimiento económico aumenta 2,2 y 2,66 puntos porcentuales en promedio respectivamente en los 10 años luego de la reforma comparado con el mismo período previo a las reformas. La liberalización de los mercados de capital también contribuyó al mejoramiento del bienestar. Redujo el costo de capital en el mundo en desarrollo notablemente, cerrando la brecha de tal costo con los Estados Unidos.
El aumento en el crecimiento de los países pobres no se debe al alto crecimiento chino. Desde 1980, el crecimiento de China ha sido bastante estable; ha promediado alrededor de 10% y 9% al año, desacelerándose en años recientes. Tampoco ha incrementado el crecimiento de los países ricos. Lo que explica el mejoramiento en el mundo en desarrollo es su acercamiento al mercado.
En el 2006, el economista Dani Rodrik afirmó que “ya nadie cree en el Consenso de Washington”. Pero en el “Journal of Comparative Economics”, Kevin Grier y Robin Grier repasan las investigaciones académicas y concluyen que “no son conscientes de ningún estudio que rechaza de manera convincente la eficacia de estas reformas”. Es más, investigan reformas de mercado alrededor del mundo desde 1970 y encuentran resultados importantes y consistentes con los otros dos estudios mencionados acá.
Nunca me ha gustado el término Consenso de Washington, pues da a entender que se trata de políticas impuestas desde afuera cuando en realidad fueron impulsadas por los mismos países afectados. Podríamos hacerle otras críticas al Consenso de Washington, pero una cosa queda clara: el anuncio de su muerte, o por lo menos la de su eficacia, ha sido prematuro.