(Foto: GEC).
(Foto: GEC).
Iván Alonso

Qué significa para usted, como usuario final, la disputa entre las compañías de generación de electricidad sobre el precio declarado del gas natural? Unas dicen que si se cambia la regulación para que las centrales que usan gas natural declaren un precio igual al costo total del gas, que es necesariamente mayor que el costo variable que hoy se les permite declarar, el consumidor saldrá beneficiado. Otras dicen que no; que saldrá perjudicado. Prendamos la luz para ver.

La declaración del precio del gas sirve para establecer en qué momento comenzará a operar cada central –el orden de despacho– y qué precio se le pagará por la energía que genere en ese momento. Si una central declara solamente el costo variable del gas, que puede ser cero porque tiene que pagarlo sí o sí, lo use o no lo use, lo cual lo convierte en un costo fijo, comenzará a operar antes y recibirá un precio más bajo por su energía (hasta que otra central con un costo mayor entre en operación). Si declara el costo total, como se pretende, comenzará a operar después y recibirá un precio más alto.

Es evidente que, si se obliga a las centrales térmicas a declarar el costo total del gas, en lugar del costo variable, el precio de la energía subirá en ciertas horas del día y será, por lo menos, igual a lo que actualmente es en las demás. Es también evidente, por lo tanto, que el precio promedio de la energía a lo largo del día será mayor si se aprueba el cambio en la regulación que si no se aprueba.

¿Cómo podría un aumento en el precio de la energía beneficiar al usuario final? La tarifa para el usuario es la suma del precio de la energía, el cargo por transmisión y el costo de distribución. Si el primer componente sube y los otros dos no, la tarifa para el usuario obviamente tiene que subir.

Los partidarios de que las centrales térmicas declaren el costo total del gas arguyen que el aumento en el precio de la energía no afecta a las distribuidoras eléctricas, que le venden al usuario final, porque tienen contratos de suministro a largo plazo; y que, más bien, el cargo por transmisión va a bajar. ¿Cómo así? Pues porque en el cargo por transmisión está incluida la prima RER, un subsidio que se les da a ciertas centrales de energía renovable, dependiendo de la diferencia entre el precio garantizado a cada una (que sale de una licitación) y el precio promedio de la energía. Al subir el precio de la energía, la prima RER baja. Por eso, se supone, la tarifa para el usuario debería bajar.

Lo que dicen es correcto en un sentido limitado. La prima RER baja, es verdad, pero no inmediatamente. Baja cuando se calculan las diferencias entre los precios garantizados y el precio promedio de la energía, al final de un ciclo anual que va de mayo a mayo. La reducción recién se aplica al comenzar el nuevo ciclo. Pero no será una reducción significativa. Las centrales RER generan apenas el 7% de toda la energía que se consume en el país. Por cada sol que sube el precio de la energía, la prima RER baja siete centavos. El beneficio será efímero, además. Las distribuidoras están aisladas por ahora del aumento en el precio de la energía, pero eventualmente tendrán que renovar sus contratos de suministro. Y los renovarán a precios más altos, que se trasladarán al usuario. Hechos todos los ajustes, el efecto total será un aumento en la tarifa.