No somos débiles, es solo que no tenemos fuerza. Esta frase parece haber sido el producto final de los malabares verbales que durante una semana algunos ministros han hecho para justificar el ataque de honestidad del ministro de Economía y Finanzas, José Arista, en radio y a nivel nacional. El famoso Con Punche Perú, nombre que acuñó el gobierno de Dina Boluarte para difundir sus poco exitosos planes de reactivación, se disipó como el humo y ahora más bien se requiere de complementos proteicos para ese músculo distrófico que es el Ejecutivo.
El ministro de Transportes y Comunicaciones, Raúl Pérez-Reyes, ha dicho en la edición del lunes de este Diario que no son un “gobierno débil, sino uno que tiene que dialogar con distintos actores sociales, con congresistas, gobernadores y alcaldes”. En política, el diálogo, inclusive con el opositor, es materia prima para la confección de políticas públicas. Pero la estrategia, como dirían los gringos, debe ser ‘win-win’; es decir, todos ganan, políticos y ciudadanos. Diálogo no es repartija ni tampoco intercambio de favores, no significa realizar transferencias presupuestales a cambio de joyas ni recibir “chalequeo político” por hacerse de la vista gorda con leyes populistas que erosionan el sistema. Eso no es diálogo.
Al gobierno de Boluarte no solo le hace falta una bancada para mostrar el músculo, también legitimidad, pero ambas, a estas alturas, son una fantasía. Boluarte se encuentra en la orilla opuesta, atascada en una imagen frívola y protocolar, sin crédito para modificar la percepción que los ciudadanos tienen de ella. Con un corsé que aparentemente se ajusta y desajusta a voluntad de los actores “dialogantes”.
Por su parte, el actual presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén (sin destellos ni chispazos), no puede llevar a sus espaldas el tremendo peso del Ejecutivo. Adrianzén, cuyo estreno se dio en el marco del aún irresuelto ‘Rolexgate’, parece tener pocos argumentos para convencer a la interna, entre los ministros, de que puede ser la bisagra necesaria para articularlos y que tiene el punche para empujar la maquinaria. Es, pues, un gobierno debilucho. No hay novedad. Lo prioritario es saber y ser consciente de quiénes son los que engordan, se fortalecen y se agrandan. Desde políticos, economías informales e ilegales hasta el crimen organizado. Es imperativo, de cara a las próximas elecciones, identificar a quiénes ha alimentado la inoperatividad de este gobierno y a dónde se fue el punche.