Héctor Villalobos

Cuando Raúl Alfaro Alvarado fue designado comandante general de la , el hoy investigado Jorge Hernández Fernández, más conocido como ‘’, le escribió para felicitarlo. No solo eso, le prometió regalarle un uniforme completo, incluyendo el calzado. En respuesta a tan generoso ofrecimiento, Alfaro le envió por WhatsApp la talla exacta y fotos de los zapatos que quería. Meses después, la fiscalía y la policía allanaron la casa del oficial y encontraron los zapatos delatores. Un general que tranquilamente podía costearse sus prendas terminó cual angurriento pidiendo ‘regalitos’ a un tenebroso sujeto. A ese nivel de podredumbre han llevado a la institución policial.

Pesa a que Alfaro negó todo vínculo con ‘El Español’, hoy la verdad sale a la luz a través de la declaración de un colaborador eficaz recogida por la fiscalía. Ahora sabemos que Hernández era un operador de Pedro Castillo, que no solamente estaba investigado por sus presuntos vínculos con una red de reclutamiento de sicarios, sino que además hacía y deshacía en la Policía Nacional y el Ministerio del Interior. Que Alfaro y ‘El Español’ tenían una relación cercana y que no se limitaba al intercambio de regalos y a compartir la mesa, sino también a coordinar nombramientos de generales en puestos claves. Que Hernández le ofrecía a Alfaro ocupar determinados cargos policiales y que este le pidió a su amigo catalán que intercediera ante un sobrino de Castillo para que lo nombrara director general de la PNP. Como bien lo ha resumido Rubén Vargas en una entrevista con El Comercio, Castillo convirtió a ‘El Español’ en su ministro del Interior de facto.

Para cualquier policía honesto que cumple su labor de respetar y hacer respetar las leyes, debe ser deprimente ver a su hasta hace poco comandante general, y a su antecesor, Luis Vera Llerena, investigados por sus nexos con una red criminal que tenía como cabecilla al propio presidente de la República. Las peores predicciones sobre Castillo se hicieron realidad y aún hay cosas por conocer. Quien en la campaña electoral se promocionaba como un humilde e impoluto profesor rural terminó convirtiendo en cómplices de su organización delictiva a los miembros del alto mando policial.

El principal legado del gobierno del hoy detenido golpista es una larga galería de oscuros y siniestros personajillos en la que ‘El Español’ empieza a tener un lugar destacado.

Con las nuevas revelaciones en torno a este caso, ahora sabemos también que la inclusión de los prófugos Juan Silva, exministro de Transportes, y Fray Vásquez –sobrino del expresidente– en la lista de los más buscados no fue más que una monumental burla al país. La nueva hipótesis fiscal que fue recogida por el periodista Carlos Cabanillas en una crónica publicada por este Diario sostiene que fue el entorno de Hernández –justamente la persona que movía los hilos en el Ministerio del Interior– el que ayudó a fugar a ambos prófugos. De ser así, el testimonio que pueda ofrecer el exoperador de Castillo resultará clave para tener más luces sobre el posible paradero de los dos no habidos.

Otro personaje que tiene muchas explicaciones que dar sobre esta trama –de ser posible, que las dé con calma y sin perder los papeles– es el exministro del Interior Dimitri Senmache, también comprometido por el testimonio del colaborador eficaz.

Resulta paradójico que Pedro Castillo, quien inició su gobierno con un pechador mensaje a la nación en el que invocaba a romper con las “ataduras de la dominación” y con los “símbolos coloniales” mientras le refregaba al rey Felipe los 300 años de explotación de minerales, haya puesto al alto mando policial al servicio de un ‘Español’.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Héctor Villalobos es editor de Política