José Carlos Requena

En medio de la coyuntura signada por la sensible situación que enfrenta el presidente Pedro Castillo y la fría campaña electoral que llega a su primer hito el próximo domingo 2 de octubre, viene pasando debajo del radar un tema de vital importancia: los ascensos militares, que deberían materializarse en las próximas semanas.

Debe recordarse que, de alguna manera, fue una coyuntura similar la que inició el cúmulo de apuros judiciales que enfrenta hoy el mandatario. Hace casi un año, se habrían dado presiones por parte de Walter Ayala y Bruno Pacheco (entonces ministro de Defensa y secretario general de la Presidencia de la República, respectivamente) para favorecer a allegados a Castillo. De hecho, el hallazgo de la suma en efectivo que se encontró en el baño de la oficina de Pacheco corresponde a los tiempos iniciales de esta investigación.

El sector Defensa es uno de los que más ocupantes ha tenido desde el inicio del mandato de Castillo. Con la juramentación de , el último viernes, suman cinco encargados de esta cartera (su predecesor, Richard Tineo Quispe, se hizo a cargo del estratégico MTC, en el que antes estuvieron el prófugo Juan Silva y el censurado Geiner Alvarado, hoy con impedimento de salida del país).

Barragán ingresa al Mindef en un momento determinante. De este oficial de la FAP en situación de retiro (llegó a capitán) ha causado cierta alarma su corta historia electoral. En el 2021, fue candidato a la segunda vicepresidencia por UPP, que lideró José Vega Antonio; en la primera figuraba Haydee Andrade, esposa de Antauro Humala.

Últimamente, Barragán ha acompañado las incursiones electorales de Vega: candidato al Congreso por Lima en la alianza UPP-Solidaridad Nacional en el 2016 y candidato a regidor provincial en la lista de Esther Capuñay en el 2018.

En el 2020, UPP hizo alianza con los etnocaceristas y colocó a 13 congresistas. De ellos, Hipólito Chaiña (Arequipa) falleció en febrero del 2021. Lo reemplazó otra pieza clave del actual Mindef: Leonel Cabrera, viceministro de Políticas para la Defensa, en el cargo desde finales de junio, nombrado por José Luis Gavidia. Gavidia renunció a mediados de agosto. Al pasar por su tercer encargado del Mindef, la sobrevivencia de Cabrera parece estar ligada a motivaciones muy por encima de la voluntad ministerial.

La pregunta se cae de madura: ¿tendrán influencia Antauro Humala o su actual compañero de ruta José Vega –”el único de esa generación que ha salido sin un proceso de corrupción por Lava Jato”, según el hermano del expresidente– en los futuros ascensos militares?

Además de ellos, es importante no perder de vista el peso del al interior de las Fuerzas Armadas. Quienes conocen el sector y su involucramiento en la política en el pasado no tan lejano suelen decir que “los no se hacen desde el mar” y es que, quien quiere controlar la política desde el fuero castrense, debe someter al Ejército.

En el Ejército, además, se guardan algunos gratos recuerdos de dictaduras pasadas, no siempre a la derecha del espectro político. De hecho, Pedro Cateriano recuerda en “Sin Anestesia” (Planeta, 2021) el incómodo momento que pasó cuando le tocó asistir a una graduación de una promoción de la Escuela Militar de Chorrillos que decidió llamarse Juan Velasco Alvarado.

Así pues, quienes abierta o soterradamente plantean la necesidad de un golpe de Estado como mecanismo de orden bien podrían tener una amarga sorpresa: un mayor involucramiento de los militares para prolongar un régimen que ha optado más por usar todo lo que tenga a su alcance para protegerse. Un golpe inverso: el sometimiento de la institucionalidad militar a una agenda patrimonialista.

José Carlos Requena es analista político y socio de la consultora Público