Ha sido muy elocuente la entrevista realizada ayer por Mávila Huertas y Fernando Carvallo al ministro de Economía y Finanzas, José Arista, en “Ampliación de noticias” de RPP. El contexto, producto de la rebaja de calificación crediticia por parte de la agencia S&P Global Ratings, ameritaba que quien encabeza el sector dé un paso al frente para generar la confianza necesaria. Lo que un empresario, emprendedor o ciudadano podía esperar eran declaraciones que lograran producir ideas delineadas para salir del agujero.
Esta entrevista debió revelar a alguien con liderazgo suficiente para intentar revertir una situación que honestamente no es nueva. La crisis política y el avasallamiento a la institucionalidad es parte de nuestra rutina desde hace muchos años con la única diferencia de que hoy se agudizan el atrevimiento, el sesgo y la desafección.
Sin embargo, el intento no solo no cumplió el objetivo, sino que fue contraproducente. Arista parecía desinformado, dubitativo, sin liderazgo y con poca capacidad de decisión. El ministro de Economía y Finanzas admitió que él y el Gobierno tienen poco campo de acción porque “no tienen la fuerza suficiente para generar un balance en la política” dándole la razón a los criterios de Standard & Poor’s para la rebaja de la calificación. Esta confesión de parte permite entender, por ejemplo, el silencio irresponsable del Ejecutivo ante el proyecto de ley de retiro de AFP.
Arista reconoció –en las probabilidades que él mismo planteó– que el alcalde de Lima pudo haber influido en la criticada salida del presidente del Consejo Fiscal, Carlos Oliva, pero también, que pudo hacerlo su antecesor, Alex Contreras. Arista dejó claro que Contreras es una de las voces que le susurra al oído a la presidenta Dina Boluarte, incluso opacando su propia voz.
El resultado de la entrevista fue desastroso: un ministro sin propuestas, sin peso, navegante en la coyuntura dominada por el Congreso. Con poco esfuerzo, las declaraciones de José Arista sumaron evidencia a lo dicho el domingo por Waldo Mendoza en este Diario: “Tenemos un gobierno débil, sumiso y, en algunos puntos, hasta cobarde”.
Fuera de lo político, es difícil no dedicar unas líneas al comentario irrespetuoso y con tufillo machista del ministro contra la periodista Mávila Huertas, camuflado en lo que, según dijo, “era una broma”. Es importante subrayar la bajeza de una autoridad para desterrar estas “bromitas” culturales de las que son objeto las mujeres, sean periodistas, políticas, profesionales, trabajadoras, adultas o adolescentes, en público o en privado.