Esta semana se publican dos libros que cobran especial relevancia en tiempos de polarización política y crisis económicas y de salud en buena parte del mundo. Ambos repasan un sinfín de avances dramáticos de la humanidad que fueron posibles gracias a valores, políticas e instituciones que están bajo ataque tanto en países ricos como pobres.
En “Diez tendencias globales” (“Ten Global Trends Every Smart Person Should Know: And Many Others You Will Find Interesting”), Ronald Bailey y Marian Tupy ilustran 78 indicadores de progreso humano de las últimas décadas o par de siglos con gráficos impresionantes. El lector puede ver con sus propios ojos la escala y rapidez en que ha mejorado el bienestar alrededor del mundo.
La pobreza mundial ha colapsado. Hace 200 años alrededor del 90% de la humanidad vivía en la pobreza extrema. Desde entonces cayó al 9%. Hasta que irrumpió la pandemia, cerca de 130.000 personas por día en los últimos 25 años han estado saliendo de la pobreza.
El libro documenta la caída en el trabajo infantil y los accidentes laborales, la reducción de la violencia y muertes por conflictos bélicos, las mejoras en el acceso a agua potable y electricidad, el incremento de la producción de comida y su consumo, la reducción de la desigualdad global, la disminución del área de tierra destinada a agricultura y el incremento en la expectativa de vida, la alfabetización y el uso de tecnologías como el Internet.
Incluso el tiempo entre la identificación de una enfermedad contagiosa y el desarrollo de una vacuna se ha achicado enormemente. El libro lleva texto, pero enfatiza la evidencia de manera visual porque busca educar a una audiencia amplia. Eso es importante porque, según las encuestas, la mayoría de la gente tiende a pensar, contrario a la evidencia, que el mundo está empeorando. Y si prevalece esa percepción falsa, facilita las narrativas revisionistas de los populistas y autoritarios que prometen otras maneras de mejorar el mundo.
Eso es justamente lo que teme Johan Norberg, autor de “Apertura” (“Open: The Story of Human Progress”). Norberg nos acuerda que el progreso humano es reciente y su continuación no está garantizada. Si los 300.000 años de historia humana se convirtieran en un día de 24 horas, los últimos dos siglos que han transformado la humanidad representarían un minuto.
Norberg repasa numerosos episodios en la historia en que diversas sociedades avanzaron notablemente pero eventualmente vieron ese progreso llegar a su fin. Fue así en Europa tras la caída del Imperio romano, en el mundo islámico tras la caída de Bagdad el siglo XIII y en China con la dinastía Song que cayó en el siglo XIII.
Lo que explica y lo que está detrás de los episodios históricos de progreso humano como el actual, según Norberg, es la apertura. La apertura comercial, cultural y mental (que implica la libertad de expresión) caracterizan las sociedades exitosas porque benefician a la humanidad por el intercambio de ideas, servicios y bienes.
La humanidad ha prosperado a través del intercambio, pero también lleva adentro lo tribal que en momentos de crisis e incertidumbre o cuando se percibe peligro, se activa y puede predominar favoreciendo sociedades cerradas. Norberg documenta tales episodios y numerosos estudios sociológicos y psicológicos que muestran cuándo las personas ven el intercambio con los que están fuera de su “grupo” como algo positivo y cuándo lo ven como un juego de suma cero.
Sentirse vulnerable es una de esas condiciones, y las crisis financieras y las pandemias que hemos visto en nuestros tiempos contribuyen fuertemente a la sociedad cerrada y a la acogida del autoritarismo. Hay que leer estos libros para no repetir los errores de la historia.