El presidente Vizcarra se alista para brindar su último mensaje de 28 de julio. En sus anteriores intervenciones, Vizcarra nos ha tenido acostumbrados a un guion soporífero con un giro emocionante. El referéndum y el adelanto de elecciones hicieron memorable discursos que tradicionalmente pasaban rápidamente al cajón del olvido del recuerdo ciudadano. Este año, sin embargo, la expectativa de que el discurso presidencial cuente con un factor sorpresa es razonablemente menor, debido a que la política ‘grande’ que marcó la agenda del país en los últimos dos años ha cedido su protagonismo al COVID-19 y a la consecuente crisis de salud y de economía en la que está inmerso el Perú.
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