Hay tiempos en que apreciamos nuestras libertades más que en otras épocas. Suele suceder cuando las perdemos. Creo que el mundo está por entrar a una etapa en que la gente empieza a valorar más la libertad.
No pareciera así con el auge del autoritarismo, el nacionalismo o el populismo en países tan distintos como Estados Unidos, Rusia, China, España, Turquía, Francia y demás naciones europeas tanto del oeste como del este. Después de todo, este auge ha ocurrido en democracias y en regímenes no democráticos que cuentan con cierto apoyo popular.
Pero hemos visto esta película antes y el alto costo de las diferentes vertientes de populismo tarde o temprano hace que la gente añore sus libertades, como claramente ha ocurrido en la Venezuela bolivariana, para no hablar de otros casos de nuestra región.
El nuevo “Índice de libertad humana” nos permite valorar mejor y observar de manera más precisa el estado de la libertad global. Este segundo reporte anual –publicado esta semana por el Instituto Cato en EE.UU., el Instituto Fraser en Canada y el Instituto Liberales en Alemania, y del cual soy coautor con Tanja Porcnik– mide 79 indicadores en 159 países. La medición abarca libertades personales, civiles y económicas tales como la libertad de movimiento o de expresión, la seguridad, libertades de las mujeres y la libertad del comercio internacional, entre otras. Dado que la libertad tiene un valor inherente y juega un papel central en el progreso humano, consideramos que vale la pena medirla cuidadosamente.
Las jurisdicciones más libres del mundo, según el índice, son Hong Kong, Suiza, Nueva Zelanda, Irlanda y Dinamarca. En sexto lugar están empatados Canadá, el Reino Unido y Australia. Estados Unidos ocupa la posición 23. En América Latina los países más libres son Chile (29), Costa Rica (38), Uruguay (42) y Panamá (46). El Perú es el quinto país más libre de la región (53). Entre los países latinoamericanos menos libres se encuentran Argentina (103) y Venezuela (154).
Entre 17 regiones, América del Sur, Centroamérica y el Caribe se encuentran en el medio del ránking, mientras que Europa y América del Norte son las más libres. El Medio Oriente y el Norte de África son las regiones menos libres del mundo.
La libertad humana importa para el progreso. Los países que se encuentran entre los 40 más libres del mundo tienen un ingreso per cápita de US$37.147, muy por encima del cuartil de países menos libres (US$8.700). La relación entre la libertad y otros indicadores de bienestar humano también es fuerte.
Por eso, preocupa la caída de ciertos países. Desde el 2008, primer año desde el cual tenemos datos suficientes para el reporte, China cayó del lugar 126 al 141. Rusia bajó del 101 al 115. Brasil del 67 al 82. Muy preocupante es la caída de Estados Unidos, en el 2008 se encontraba en la posición 16, mientras que está en la posición 23 en el índice actual. Respecto a sus libertades económicas, de las que tenemos datos más completos, ha tenido una caída de largo plazo que empezó alrededor del año 2000. Su Estado de derecho se ha debilitado más que otra área debido, sin duda, a las guerras contra el terrorismo y las drogas, el descontrol del gasto público y el debilitamiento de los derechos de propiedad. No todos los países sufrieron bajas. Alrededor de la mitad mejoró sus indicadores y la otra mitad empeoró.
Todas las dimensiones de la libertad son importantes y se refuerzan mutuamente. A medida que los países se vuelven más libres y, por lo tanto, más prósperos, los datos sugieren que primeramente tienen niveles relativamente más altos de libertad económica en comparación con las libertades personales. Y que una vez que alcanzan un alto nivel de libertad, tienen niveles relativamente más altos de libertad personal en comparación con los de libertad económica, pero aun así todos los indicadores de libertad son altos. Dicho de otro modo, si desea vivir en un país con un alto nivel de libertad personal, es mejor que tenga un nivel relativamente alto de libertad económica.
Esperamos que este reporte sobre la libertad, un concepto social que reconoce la dignidad de los individuos, ayude a protegerla donde sea que esté amenazada.