José Carlos Requena

A diferencia de sus predecesores, el gobierno de la presidenta no ha experimentado un repunte en las encuestas tras enfrentar una emergencia climática. El antecedente más reciente lo constituyó Pedro Pablo Kuczynski en el verano del 2017, que tuvo un marcado incremento (+10) entre marzo y abril, durante el pico de los huaicos, enarbolando uno de los últimos eslóganes pegajosos de una de sus campañas de comunicación gubernamental: “Una sola fuerza”.

La situación de Boluarte, en cambio, parece inalterable. La reciente encuesta de Ipsos para América TV (16/4/2023) muestra, por ejemplo, un ligero movimiento en la cifra de aprobación de Boluarte (15%, dos puntos porcentuales menos que en marzo), aunque dentro del margen de error (+/-2,8). La presencia de sus ministros en la zona del , llena de incidentes con los lugareños, no parece haber sido de ayuda. Más bien, pudo haber sido percibida como una impostación en la búsqueda de la foto de rigor. Un disfuerzo.

La misma encuesta de Ipsos presenta la respuesta gubernamental al desastre climático como la cuarta razón de su desaprobación. Casi un tercio de quienes desaprueban la gestión de Boluarte percibe que ella “no está apoyando a los damnificados de las lluvias y huaicos” (30%), una cifra que puede resultar injusta si se ve con objetividad el despliegue que viene mostrando el Gobierno.

Al otro lado, entre quienes aprueban a Boluarte, el apoyo “a damnificados por lluvias o huaicos” es la segunda razón del respaldo (27%). La cifra, sin embargo, puede resultar engañosa debido a que el apoyo a la gestión presidencial es, como se sabe, bastante reducido.

Ya a finales de marzo, la encuesta del IEP mostraba una situación similar (“La República”, 26/3/2023). Preguntados sobre la evaluación de la “respuesta del Gobierno frente a las recientes inundaciones en varias zonas del país”, solo el 5% consideraba que esta había sido buena (3%) o muy buena (2%), frente a un 62% que la consideraba mala o muy mala (31% en ambas opciones).

La percepción, además, no corresponde solamente a la opinión pública en su conjunto. De hecho, una indagación a públicos más acotados muestra una evaluación aún más severa. El Barómetro de los CEO de Ipsos-“Gestión”, por ejemplo, muestra que tres de cada cuatro encuestados se manifiestan insatisfechos (52%) o muy insatisfechos (24%) ante la gestión de la administración actual para enfrentar los desastres naturales, que tienen su epicentro en el norte del país (“Gestión”, 10/4/2023).

Debe recordarse que la zona más impactada (el norte) había mostrado una actividad económica notable en tiempos recientes y su comportamiento político había sido muy similar al de la capital, tanto en patrones electorales como en la actitud que guardó frente al desastroso gobierno de Pedro Castillo.

Esa característica parece ir moviéndose peligrosamente y, de continuar la tendencia, pronto el poblado norte podría presentar cifras de mayor insatisfacción. De hecho, revisando la aprobación de Boluarte por regiones, solo en Lima (24%) la cifra es mayor a la nacional (15%). En el norte la aprobación es idéntica al promedio nacional.

En suma, y por muchos esfuerzos que se realicen desde el Ejecutivo, las lluvias parecen representar una oportunidad perdida. Si bien han dado algo de alivio a la gestión de Boluarte –moviendo el centro de atención desde las carreteras bloqueadas hacia las quebradas desbordadas–, ha servido de poco para la búsqueda de una cohesión que procure dejar atrás los serios pasivos que arrastra el Gobierno. Más bien, las aguas han desnudado falencias de gestión, precedentes al nacimiento del actual gobierno, aunque exacerbadas cuando –como hoy– se enfrenta un desastre sin haber terminado de salir del caos heredado; cuando llueve sobre mojado.

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José Carlos Requena es analista político y socio de la consultora Público