Mercado electoral (II), por Arturo Maldonado
Mercado electoral (II), por Arturo Maldonado
Arturo Maldonado

En ciencia política se enseña que el objetivo principal de los políticos es la sobrevivencia. En un mundo político con estructuras sólidas, estos estarían preocupados por ascender en la jerarquía partidaria y ser reelegidos una vez alcanzados puestos democráticos. Cuando no existen estructuras sólidas, solo queda el deseo de sobrevivencia al que se sacrifican el historial partidario, las afiliaciones previas, las ideologías y los principios. 

Hace unos meses escribí que los partidos son como marcas que ofrecen un producto: una plataforma de gobierno o una idea de país. Añadí que cuando las marcas se diferencian unas de otras, esto es beneficioso para el elector. 

Ahora agrego que tras las marcas tenemos equipos que las impulsan y les dan un toque característico, como un logo o un perfil dirigido a un tipo de consumidor. 

En este punto de la campaña tenemos algunas marcas partidarias que están formando o completando sus equipos. Muchas veces estas llegan a este punto con un equipo base, pero necesitan ampliarlo con expertos que les brinden el ‘know-how’ necesario en temas críticos.

Este es el caso, al parecer, del “fichaje” que ha hecho al incorporar a , quien nació en las canteras de la izquierda progresista. Luego ganó la presidencia regional de Junín y fue jalado por el gobierno de Ollanta Humala para la , con el fin de tratar los conflictos sociales. La trayectoria de Huaroc tenía cierta coherencia, pero ahora el partido fujimorista se ha apoderado de su “carta pase” . 

Hay pases que se integran bien a la dinámica y tradición del equipo. Otros no, los que, por el contrario, se devalúan. Veremos si este pacto logrará que Huaroc sobreviva y si él le aportará su “toque” a Fuerza Popular o si su carrera se desvalorizará. 

A medida que se acerque la fecha para definir planchas presidenciales y candidatos al Congreso, veremos más de estos “fichajes” y “pases” de jugadores independientes. En este mercado hay marcas partidarias más atractivas. Es decir, aquellas que pueden garantizar mejor la sobrevivencia y la posición de los políticos. 

Con su envidiable primer lugar en las encuestas, Fuerza Popular es un imán para políticos que quieran posicionarse, ya sea ganando un espacio en la lista congresal o en algún equipo que luego comande un ministerio. Este capital político hace que Fuerza Popular pueda ser más selectivo con sus fichajes. 

En el otro lado, hay fichajes que son más caros. En estos momentos, los políticos desafiliados con algún capital político deben estar siendo cortejados por diversos candidatos para que se sumen a su marca partidaria. 

Estos políticos tienen que considerar, sin embargo, que entrar en un equipo grande tiene el beneficio de maximizar la sobrevivencia política, aunque pueden convertirse en uno más en esas organizaciones. En cambio, si se deciden por un equipo no tan grande, pueden maximizar visibilidad, aunque a costa de las probabilidades de sobrevivencia. Es la decisión entre ser cabeza de ratón o cola de león.

Esta dinámica manifiesta la extrema fluidez de los vínculos partidarios en un sistema en que los partidos son meros cascarones en torno a un líder. Sin embargo, esta liberalización de la competencia partidaria ha llevado a fallas de mercado en los que el bien que nos brinda este mercado –la selección de políticos– es deficiente y de baja calidad.