Parafraseando el “Volver” de Carlos Gardel, “cien años no es nada” tratándose de ese sentimiento nacional que es Universitario de Deportes. Porque, efectivamente, en la vida pocas cosas como el fútbol trascienden instituciones, personas, buenas y malas rachas, crisis económicas profundas y hasta la pérdida de la categoría, si les preguntan a los ‘compadres’.
Los hinchas desarrollamos esa relación de amor-pasión-dolor-decepción cual cadena de bicicleta que da vueltas y vueltas. Algunos no nos bajamos nunca y seguimos pedaleando ad infinitum.
Mi relación con la ‘U’ es un fenómeno casi atávico. Lo heredé de mi familia y lo he tratado de transmitir, acaso con poca suerte, a mi descendencia y a quienes he tenido cerca. Pero, cómo explicarlo, sea yendo a la cancha o detrás de cualquier pantalla y desde cualquier lugar del mundo, ver saltar al equipo al verde o gritar goles agónicos (vaya que los ha habido) son de las sensaciones y explosiones más completas y complejas que experimento.
Por mi edad, no guardo registro en la memoria de la final de la Copa Libertadores de 1972 contra Independiente. Pero mantengo grabados pasajes inolvidables de júbilo en mi casa. Como aquel 3-2 de Rubén Techera en Lima contra Peñarol luego de haber ganado en Montevideo 1-0 con gol de ‘Cachito’ Ramírez en la Copa Libertadores de 1975. En la siguiente ronda, tras perder con Unión Española en Santiago, no hubo garganta sana con el gol de Hugo Palomino para el 1-0 en Lima, ni consuelo luego del empate de los chilenos casi al final por el gol de Ahumada.
En 1979, no me despegaba de Ovación cuando la campaña contra Palmeiras y Guaraní de visita. Hazaña contra los paulistas con gol del mítico ‘JJ’ Oré, pero terrible goleada sufrida contra el otro rival. Luego el salto a 1988 con ese estupendo arranque de Libertadores contra Racing y Boca, con enormes triunfos ante esos dos grandes. Tiempos en los que aún los equipos peruanos competían y no solo cumplían.
O unos años antes, las despedidas con salida en hombros de Juan Carlos Oblitas y Percy Rojas.
El martes último, cuando varios de esos ídolos desfilaron en el escenario del Monumental conmemorando el centenario, hice conciencia de que mi historia personal y mis experiencias de vida están ligadas al club, a mi club.
Y cada vez que me preguntan cuál es el regalo de niñez que más recuerdo, siempre respondo y responderé: el uniforme crema completo.