Todo indica que las Fuerzas Armadas han completado la instalación de una tremenda antena en Punta Lobos (Pucusana). No es, como imaginaba, parte del Observatorio de Obstáculos que prometió el presidente Humala. Tampoco servirá para ubicar la estrella de Belén. Es para bajar las imágenes del nuevo satélite, que orbitará a una distancia similar a la que durante los últimos cuatro años ha estado dando vueltas en la estratósfera el gobierno de Ollanta Humala.
Pero no desespere, amable lector. Lo que no pudo traernos el nacionalismo, quizá podamos pedirlo todavía a través de Papá Noel. Personalmente, lo que más deseo es eliminar trámites absurdos y eso voy a pedir esta noche. Agregue usted su propio elenco a la lista que sigue y, quién sabe, a lo mejor mañana nos levantamos con una grata sorpresa.
A las municipalidades distritales: por favor, borren para siempre el requisito oneroso de habilitar estacionamientos dentro de los locales comerciales. Es imposible abrir nuevos cafés, peluquerías, panaderías, galerías de arte o bodegas con esa exigencia. Menos carros, más peatones.
Al Ministerio de Transportes: desaparezcan el inútil registro nacional de vehículos de carga. No sirve para nada. Obliga a tramitar una tarjeta de circulación que esencialmente repite lo consignado en la tarjeta de propiedad. El único servicio que ofrece es la oportunidad de pagar una coima cuando hay redadas policiales.
A la Municipalidad de Lima: aprovechen para eliminar la exigencia de renovar anualmente el permiso para poner logos o publicidad en vehículos comerciales. Una sacadera de plata por las puras. Mismo camioncito, mismo rótulo, misma empresa. ¿Para qué sirve hacer el trámite de nuevo?
A los inspectores municipales: por el amor de Dios, ya no pidan carnet sanitario a los empleados de restaurantes, farmacias, sangucherías y hasta a los encargados de hacer la canchita en el cine. Es ilegal. Lo ha repetido 50 veces el Indecopi.
Al Ministerio de Salud: de una buena vez, fumiguen la exigencia de obtener registro sanitario para comercializar alimentos. El trámite no tiene sentido y es carísimo. Se pueden alterar las muestras fácilmente y lo que hoy se registra con esmero, mañana se produce con coliformes. Concéntrense en inspeccionar establecimientos.
Al Ministerio de Trabajo: si fuera posible, traten de desaparecer del todo. Si es mucho pedir, borren el requisito de presentar un “plan de prácticas” cada vez que se contrata un practicante. ¿Alguien hace algo con esa información? Si les sobra energía, sigan con los lactarios, los permisos de paternidad, el registro de contratos a plazo fijo, en fin, el 99% del TUPA.
Al Ministerio de Educación: hagan una fogata con las 65 páginas de requerimientos que debe cumplir la infraestructura de un nido. Desde la ubicación de los patios en relación con la trayectoria solar hasta el tipo de chapa de las puertas, pasando por el grado de inclinación de las rampas.
Finalmente, al Ministerio de la Producción: no más planes ni mesas, por favor, que el ministerio ya parece una tienda de 501. En todo caso, si quieren reflexionar sobre la vida, respóndanse esta interrogante: para qué diablos exigen un estudio de impacto ambiental para construir un centro comercial. ¿Qué les preocupa, las flatulencias de los clientes del ‘food court’ o el efecto en el casco antártico de las raspadillas que allí se vendan?
Hay mucho más, pero todos los deseos no caben en una columna.
Libertad para los presos políticos en Venezuela esta Navidad.