"Todos los aeropuertos generan algunos efectos indeseables para la sociedad".
"Todos los aeropuertos generan algunos efectos indeseables para la sociedad".
Enzo Defilippi

Cualquiera que lee los titulares sobre el efecto que tendría la operación del futuro aeropuerto de Chinchero sobre Machu Picchu debería estar preocupado. De acuerdo con lo informado por este Diario, los estudios encargados por el MTC señalarían que entre el 60% y el 73% de los impactos identificados serían negativos. Algunos, muy serios, como el desgaste acelerado de los pisos de tierra y las piedras que forman las escalinatas. Sin embargo, cuando uno lee de qué tratan los estudios se da cuenta de que los impactos analizados no son los que generaría el aeropuerto, sino un aumento del 50% en el número de visitantes a la ciudadela y al Qhapaq Ñan. Y eso, ni es lo mismo ni es igual.

Veamos. Existe un número máximo de visitantes que Machu Picchu puede recibir. El año pasado fueron 1,5 millones, es decir, más de 4.000 diarios en promedio. No hace falta ser arqueólogo para saber que, si aún no hemos llegado al tope, llegaremos pronto. Por ello, aun si no se estuviese construyendo un aeropuerto en Chinchero, necesitamos un estudio definitivo sobre la capacidad de carga del monumento, y más importante que eso, la implementación del plan de manejo de visitantes que se desprenda de él. Si algún impacto genera la entrada en operación del aeropuerto es el de resaltar la urgencia de ponerlo en práctica.

En los caminos que forman el Qhapaq Ñan, los estudios encargados por el MTC identificaron como impactos negativos la probable acumulación de residuos sólidos, el incremento del tráfico de motocicletas y la presencia de comercio ambulatorio. Nuevamente, esos no son efectos atribuibles al aeropuerto sino a la falta de un adecuado plan de manejo de la red vial inca, ya que la necesidad de mitigarlos no se desprende de la decisión de construir nueva infraestructura sino de la de permitir su explotación turística. Pero, al contrario de lo que varios parecen creer, un número de turistas alto pero razonable genera la posibilidad de recaudar recursos que permitan su adecuado manejo y mantenimiento.

Lo que en mi opinión se desprende de la cobertura de este tema es un inadecuado entendimiento de por qué y para qué necesitamos un nuevo aeropuerto en el Cusco. Mucha gente parece creer que es para llevar más turistas a Machu Picchu y no es así. Un aeropuerto es una plataforma que genera conectividad y desarrollo regional, algo especialmente valioso en un país tan grande y de geografía tan difícil como el Perú. Necesitamos un aeropuerto en esa región porque facilita el comercio, las comunicaciones y la generación de puestos de trabajo de calidad. Necesitamos uno nuevo porque es imposible continuar con el actual, que ha quedado en medio de la ciudad. Su importancia es tal que lo necesitaríamos aun si no viniese un turista más que los que llegaron el año pasado.

Ahora, todos los aeropuertos generan algunos efectos indeseables para la sociedad, como ruido, contaminación ambiental y deterioro de paisajes. Si operan es porque los efectos positivos son más valiosos que los negativos. En este caso, solo la completa inacción del Estado podría generar los impactos identificados en los estudios encargados por el MTC. Y ese no es un efecto atribuible a este o ningún aeropuerto.

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