Ya da un poco de roche ajeno ver las entrevistas a Humala. Cuando ofrece una, me recuerda a estas palomas ciegas que a toda velocidad se estrellan contra tu ventana y que luego, hechas trizas, tienes que recoger del suelo. Solo que a esta paloma nadie la recoge.
Lo que más me sorprendió en esta última oportunidad es cómo Humala insiste en cultivar –con poco éxito– el arte de la lavada de manos.
Cuando le preguntaron por la tristemente célebre Dacia Escalante (ex jefa de la Onagi y fundadora del partido oficialista que tuvo que renunciar por el rosario de faltas que la ampayaron), Humala señaló que “no [le] corresponde estar al tanto de eso. El gobierno interior pertenece [...] al Ministerio del Interior”. Claro, todos somos zonzos y nos vamos a comer la excusa de que el responsable es el ministro. ¿Por qué entonces no botó a este último?
Los entrevistadores también le preguntaron si no era mejor desaparecer el cargo de gobernador, pues se trata de un puesto arcaico. El presidente replicó: “Nosotros no lo hemos creado” (su versión de “yo no fui, fue Teté”). Luego, le precisaron que estaban siendo usados proselitistamente y él contestó: “No pido [...] que vengan los gobernadores cada uno con su portátil. Vienen los gobernadores sí, con sus chalecos, cuando hay alguna actividad que presido”. Claro, ellos viajan por iniciativa propia (usando dinero público), porque son buena gente, para celebrar el cumpleaños de Humala o la fundación del Partido Nacionalista, pero no es responsabilidad del presidente.
Sobre la desaceleración económica, señaló que sucedía no solo en el Perú “sino es todo el planeta”. Se trataría, según él, de factores externos. Yo sé que las noticias a veces demoran en llegar a Palacio, pero la recesión en Estados Unidos terminó en el 2009 y en Europa el año pasado.
Sobre las trabas regulatorias, le endilgó la culpa a los municipios, obviando que la entidad más denunciada ante la Comisión de Barreras Burocráticas los últimos tres años es un ministerio.
En el tema de la inseguridad también zafó cuerpo como acostumbra: los crímenes no empezaron en su gobierno, la responsabilidad es del Ministerio Público y del Poder Judicial, se trata de “percepciones” de los ciudadanos y los medios tienen la culpa por reportar tantos delitos.
Cuando se le preguntó por qué Nadine despacha con ministros, el contestó que ella “no despacha”, ella “coordina”, “¿por qué le tenemos miedo a la palabra ‘coordinar’?”.
Por otro lado, acerca de si el gobierno haría una consulta a la Corte Interamericana sobre la demanda del dueño del diario “La República” y de otros periodistas contra El Comercio, el presidente dijo algo digno de un guion de una película de Cantinflas: “Ese es un tema del que nosotros no nos metemos para nada, pero [...] aún no hemos tomado una decisión, [...] no veo nada de malo en hacerlo”. ¿Total?
Su posición sobre la unión civil, finalmente, fue de campeonato:
Periodista: ¿Tiene una posición en el tema?
Presidente: Sí tengo una posición.
Periodista: ¿Cuál es?
Presidente: No la voy a decir [...]. Cuando tú me invites a tu casa a comer como Ollanta Humala, te cuento, pero ahora estoy como presidente y la gente está viendo al presidente.
Francamente todo esto da risa. Pero también da pena. Porque se trata de nuestro país y no es justo que quien lo maneje le corra a cualquier responsabilidad.