Los olvidados - de cerca, por Richard Webb
Los olvidados - de cerca, por Richard Webb
Richard Webb

El territorio nacional cuenta con lugares donde ni el Estado ni el mercado se han hecho presentes y donde, no sorprende entonces, subsisten las carencias más agudas. Si queremos identificar esos bolsillos de atraso, un buen instrumento es el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas.

Para estudiar más de cerca ese fenómeno de la exclusión, Wilfredo Barrionuevo, joven sociólogo del Instituto del Perú, identificó, según el índice, al distrito menos desarrollado del país y viajó para conocerlo. De los 1.834 distritos del Perú en el 2013, el último en el ránking resultó ser Chugay, en la provincia de Sánchez Carrión, departamento de La Libertad. En ese año, su ingreso monetario promedio era apenas 15% del ingreso promedio nacional, y sus carencias de salud, educación e infraestructura eran de las más agudas en el país. 

¿Cómo explicar tanto atraso? Se debe culpar al Estado por los bajísimos niveles de capital humano y capital físico. El residente adulto de Chugay ha recibido una escolaridad promedio de dos años mientras el promedio nacional es de nueve años. Y hasta los años noventa, ningún gobierno había construido en el distrito un camino carrozable. Para llegar de Chugay a Huamachuco, la ciudad más cercana, era necesario caminar 12 a 15 horas una trocha empedrada. Recién en los últimos años llegan los primeros caminos carrozables que redujeron ese tiempo de viaje a una hora y media. 

El extremo descuido estatal sorprende tratándose de uno de los distritos rurales más poblados de la sierra y cuya geografía es menos agreste y representa menor obstáculo para los caminos que la de otros territorios serranos. Paradójicamente, Chugay ha sufrido quizá de cierta autosuficiencia, pues goza de terrenos agrícolas que en algunas zonas dan dos cosechas anuales, y de una variedad de microclimas que ha reducido la necesidad del comercio. El patrón de residencia es de una dispersión rural excepcional, justamente los parajes donde nació Ciro Alegría, y son escenario de “El mundo es ancho y ajeno” y otras de sus novelas. Garcilaso narra cómo el Inca Yupanqui, tras su conquista del territorio, “mandó que los caseríos y chozas derramadas por los campos se redujeran a pueblos de calles y vecindad”. Pero la dominación inca fue corta, y no pegó la urbanización ni se impuso el quechua al culli, el idioma de Huamachuco. 

Ocupar el último puesto en el ránking del desarrollo humano no es sinónimo de inmovilidad. La reciente multiplicación de caminos que conectan con los mercados de la costa y con la producción de la selva, y la universalización de la electricidad, celular y DNI están volviendo el aislamiento extremo de Chugay cosa del pasado. Desde hace siete años la capital del distrito es centro de una feria y ha visto un incremento en el número de establecimientos, como restaurantes, hostales, grifos, talleres de metalmecánica, boticas, tiendas de ropa y bodegas. Nuevas formas de organización social se han vuelto motores del desarrollo, como iglesias protestantes, las rondas y un municipio que cuenta con un técnico agrónomo de alcalde y un presupuesto que se ha multiplicado por siete en diez años. Todo indica que tanto el Estado como el mercado estarán presentes en el futuro de Chugay.