La ministra de Economía, María Antonieta Alva, suele dar opiniones sobre los grandes problemas del país. Hace un mes declaró, refiriéndose al trato que reciben muchas personas del Estado, que la gente no vale lo mismo en el Perú. Y hace unos días dijo que la institucionalidad es el principal reto que tiene el país para dar el salto al desarrollo.
Lamentablemente, la ministra no parece ser igual de lúcida cuando se trata de tomar decisiones que conviertan su visión de país en realidad. Como señalé hace dos semanas, no tuvo reparo en perforar la política tributaria e incentivar la contaminación ambiental por razones estrictamente políticas (ver mi columna sobre la devolución del ISC al diésel) y hasta ahora no hace nada con respecto a la ejecución de la inversión pública. Solo ha intentado disimular el bajísimo nivel de este año declarando que “está estancada hace siete años”.
Nada que ver. Lo que hay no es un “estancamiento” de siete años, sino una severa y progresiva reducción de la capacidad de gestión del Estado durante los últimos tres. En efecto, de acuerdo con el MEF, hace siete años, en el 2012, el Estado ejecutó el 71% de la inversión pública presupuestada (formato SIAF). Durante los años 2014-2015, este nivel había aumentado a 78%. En contraste, la ejecución en el 2019 estará alrededor del 67-68%, lo que equivale a una caída en de más de 10%. Si hacemos la comparación con respecto al PBI, veremos que durante el quinquenio 2011-2015 la inversión pública ejecutada promedió el 5,2%, mientras que entre el 2016 y el 2019 este promedio bajó a 4,2%. La diferencia (1% del PBI) equivale a cifras actuales, a unos 8 mil millones de soles anuales. ¿Cuántos proyectos más de educación, salud o seguridad podrían haberse ejecutado con este dinero? Del subdesarrollo no se sale con palabras bonitas sino invirtiendo en la gente.
La foto de este año se ve aún más fea si en vez de tomar al gobierno general (que incluye municipalidades y gobiernos regionales que usualmente ejecutan poco en su primer año de gestión) tomamos solo al gobierno nacional (ministerios y unidades ejecutoras que no tienen esa excusa). Mientras que en el 2015 el gobierno nacional ejecutó el 90% de su presupuesto de inversión, en el 2019 difícilmente llegará al 74%. Vergonzoso.
Mantener alta la ejecución de la inversión pública requiere seguimiento a detalle, en el día a día, de un MEF que apoye y exija a todos los sectores. Durante el 2014 y el 2015, por ejemplo, los presupuestos de inversión se vieron afectados por ‘shocks’ externos que redujeron la recaudación. Además, la ejecución de los gobiernos subnacionales se desaceleró debido al encarcelamiento de algunos gobernadores regionales y el primer año de las autoridades recién elegidas. Sin embargo, el impacto fue mitigado porque ministerios y unidades ejecutoras lograron invertir un porcentaje cada vez mayor de su presupuesto asignado. Lamentablemente, hoy no hay locomotora que jale el tren hacia adelante. El Gobierno está dejando de gastar, por falta de gestión, miles de millones de soles en proyectos que mejorarían la vida de los peruanos más pobres. Una mezcla de indolencia y falta de competencia.
¿Y la ministra de Economía? Allí, hablando sobre desigualdad y subdesarrollo.
* El autor fue viceministro de Economía en el gobierno de Ollanta Humala