Nuevamente el presidente Ollanta Humala desperdició una oportunidad para proponer una política de seguridad ciudadana que responda a la demanda de lo que sigue siendo la mayor preocupación de los peruanos. Los seis minutos que dedicó al tema los gastó básicamente en cifras fantasiosas sobre los supuestos logros alcanzados y sobre los maravillosos resultados que vendrán a consecuencia de nuevas adquisiciones de patrulleros y helicópteros.
No hubo, por supuesto, ninguna autocrítica sobre el fracaso de estos tres años, en los que los delitos han aumentado y los ciudadanos nos sentimos más inseguros. Por el contrario, una absurda autocomplacencia que no ayuda a que el país recobre la confianza en el Gobierno y las autoridades. El presidente habló con orgullo que la “nueva estrategia viene dando buenos resultados”. Lástima que no nos hayamos enterado ni de la nueva estrategia ni de los buenos resultados.
Las cifras que presenta Ollanta Humala sobre los éxitos de su gobierno son grotescas, ridículas. Por ejemplo, dijo que en el curso del último año, julio del 2013 a julio del 2014, se habían detenido a 160.000 personas “por delitos diversos”. Si se les ha apresado por delitos, son delincuentes que deberían estar procesados en el sistema judicial y eventualmente encarcelados. Solo para ellos se requeriría haber construido unos 80 penales en el último año.
Si esa cifra fuera cierta, la policía debería haber detenido en promedio a 13.333 delincuentes cada mes, 3.077, cada semana, 438 cada día, todos y cada uno de los días del año. ¡Y además, luego de haber detenido a 160.000 delincuentes seguimos agobiados por la inseguridad ciudadana! ¿Cuántos cientos de miles más faltan apresar para frenar la ola de inseguridad?
También dijo que se han desarticulado 4.767 bandas delincuenciales, es decir, la policía ha liquidado cada día a 13 organizaciones criminales. ¿Alguien puede creerlo?
Hace tres días el ministro del Interior, Daniel Urresti, emitió un comunicado presentando las cifras de su gestión a un mes de asumir el cargo. Eran igual de absurdas y fantasiosas que las del presidente. Por ejemplo, dice que en un mes decomisó 56 toneladas de droga (55.997 kilos). Según el último reporte de Naciones Unidas y Devida, el Perú, principal productor y exportador de cocaína del mundo, decomisó en todo el 2013, 24.1 toneladas de pasta básica y de cocaína.
Así, Urresti nos cuenta la historia que él en un mes incautó más del doble de droga que en todo el año anterior.
Hace poco un grupo de ciudadanos emitimos un pronunciamiento y demandamos a “las más altas autoridades sinceren las cifras de la criminalidad en el Perú, en el nivel de calidad estadística en que se encuentren y se deje de estar festinando porcentajes y números inventados para cada ocasión”. (http://www.gruposeguridadciudadanaperu.blogspot.com). Eso es indispensable porque sin estadísticas precisas no se puede establecer una verdadera política de seguridad ciudadana, fijar prioridades y metas en el tiempo.
Desgraciadamente no hemos sido escuchados y estamos nuevamente ante una retahíla de cifras absurdamente adulteradas.
El presidente ni siquiera mencionó lo que es un tema básico para mejorar la eficiencia policial, cambiar el trabajo a medio tiempo (24 por 24) por trabajo a tiempo completo. Hace solo dos meses, esa era una piedra angular de la propuesta del gobierno y el entonces ministro Walter Albán prometió que en julio habrían 33.776 policías que trabajarían a tiempo completo.
Esta es una prueba palpable que no existe ni por asomo una política del gobierno en este tema. Lo que para el anterior ministro era un asunto fundamental, hoy simplemente no existe.
En síntesis, se ingresa al cuarto año del gobierno con la misma orfandad de ideas y de políticas que al comienzo. La única diferencia es que ahora el presidente confía que la percepción mejorará con un ministro que dedica todo su tiempo a montar shows para la televisión. Pronto se dará cuenta de que eso tampoco sirve.