Estamos a seis meses de las elecciones generales y, lamentablemente, en el Perú las propuestas importan poco a la hora de elegir al nuevo presidente. Pero si importaran, ¿cuáles deberían ser? ¿Sobre qué deberíamos preguntarles a los candidatos?
Todos van a decir que quieren un país más justo, más solidario, mejor. Pero esas son solo buenas intenciones. Lo mínimo que deberíamos preguntarles, en cada entrevista que concedan, es cómo planean lograrlo. Y nada de aceptar generalidades o frases vacías. Detalles, planes, equipo. Eso es lo que realmente importa.
En el plano económico, el desafío más importante del Perú es el de la competitividad. Nuestro nivel de vida solo podrá seguir aumentando si cada vez más peruanos acceden a trabajos más productivos que paguen salarios más altos. Hoy no sabemos de cuáles sectores, actividades o industrias saldrán esos empleos. ¿Cómo identificarlos? ¿Qué hacer para que se desarrollen? Y no menos importante, ¿cómo preparar a nuestros jóvenes para que puedan ocupar esos puestos de trabajo? Un candidato a la presidencia debería poder responder detalladamente a estas preguntas antes de pedirnos votar por él.
Un tema estrechamente vinculado a este es el de la regulación. El debate que hasta ahora hemos tenido en el país, de si necesitamos más o menos regulación, me parece, además de tremendamente ideologizado, absurdo. Por un lado, porque lo que diferencia un país desarrollado de uno que no lo es no es la cantidad de regulaciones. De hecho, las regulaciones en los desarrollados tienden a ser más exigentes (intente extraer recursos naturales en Noruega, construir una planta industrial en Alemania o manejar un taxi en Singapur y dígame si esos países son paraísos libertarios). No. Son desarrollados porque tienen las regulaciones que deben tener, estas no son excesivamente onerosas, y, más importante aún, se cumplen. ¿Qué es lo que propone al respecto, señor candidato? ¿Qué propone, por ejemplo, para que las municipalidades mantengan su autonomía pero que los alcaldes no se crean los reyezuelos de sus distritos? ¿Qué hará para que las normas se cumplan? ¿Usted las cumple?
Otro importantísimo tema económico sobre el que deberían responder los candidatos es el del mercado laboral. Siete de cada diez peruanos trabajan en la informalidad, sin vacaciones, protección social o estándares laborales. ¿Qué va a hacer al respecto, señor candidato? ¿Aumentará usted el sueldo mínimo, aunque eso aumente la informalidad? ¿Mantendrá usted el mismo sueldo mínimo en todo el país, aunque el costo de vida en Lima sea bastante mayor que en las regiones más informales? ¿Propone otra cosa? Bien. ¿De dónde va a salir el dinero para hacerlo? ¿No sabe que después del COVID-19 la capacidad de gasto del Estado peruano va a estar más limitada que nunca?
Son muchos los temas sobre los cuales los candidatos deberían hablar (calidad de la educación, cobertura de salud, seguridad social, reforma del Estado, reforma tributaria, calidad del gasto público, inclusión, etc.), pero no lo van a hacer a menos que se les pregunte. Una y otra vez, hasta obtener una respuesta o dejar en evidencia a quien no la tiene. Preguntar, preguntar, preguntar. Es eso lo que tienen que hacer los periodistas que los entrevistan. Porque para eso están, ¿no?
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