Alejandra Costa

En el Perú, vivimos en un constante ‘loop’. Atrapados en un bucle sin fin en el que cometemos los mismos errores una y otra vez, ‘ad nauseam’.

Uno de estos ciclos de equívocos es el de la aprobación de la Ley de Presupuesto, que cada año debe ser aprobada por el Parlamento a más tardar el 30 de noviembre en base a una propuesta del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).

Hace 364 días, en este mismo espacio, criticaba la irresponsabilidad con la que el Congreso había modificado el proyecto del presupuesto para este año y ese texto –ajustando algunas cifras– podría haber sido copiado y pegado hoy para comentar el presupuesto aprobado este jueves por el Parlamento en coordinación con el MEF.

La primera coincidencia es que este año la ley también fue aprobada poco antes de que venciera el plazo. Es más, el dictamen final no fue publicado hasta la tarde del 29 de noviembre y los 14 anexos con sus detalles recién se publicaron en la mañana del jueves. ¿En qué tiempo los congresistas pudieron revisar cada una de las casi 180 páginas del proyecto –con 113 artículos y 118 disposiciones complementarias–, así como los anexos que lo complementan?

Otra similitud es que el Congreso volvió a recortar de manera significativa los recursos que el MEF había separado para la Reserva de Contingencia. El MEF planteaba guardar casi S/3.100 millones para afrontar imprevistos en el 2024, pero el texto aprobado recorta ese monto en más del 28% y destina a la Reserva de Contingencia poco más de S/2.200 millones; es decir, tan solo el 0,91% de los S/241.000 millones presupuestados en total para el próximo año. Ese porcentaje es incluso menor al 1,12% del total que el Congreso destinó a la reserva en el 2023 y está muy por debajo del promedio del 3,35% de los cuatro años anteriores.

¿A dónde han ido a parar estos S/880 millones? El mayor pedazo de la torta se lo lleva el propio Congreso, que adicionó S/301 millones a su propio presupuesto para que ascienda a los S/1.049 millones (un incremento del 40% frente al 37% del año pasado).

Asimismo, el Parlamento ha restado recursos para inversiones del gobierno nacional y ha aumentado los destinados al gasto corriente de los gobiernos regionales.

Eso sí, en el despegue del gasto corriente el Ejecutivo no se libra de responsabilidad, ya que la propuesta original del MEF ya preveía un fuerte incremento en los recursos para gastos de personal y obligaciones sociales, y en el texto final estos representan la tercera parte del presupuesto total frente al 26% del año pasado.

A menos de un mes de que empiece el 2024, preocupa el cortoplacismo del Parlamento, pero más aún el del MEF. El fuerte crecimiento del presupuesto para el próximo año (un 12,1% frente al 2023) en medio de una gran incertidumbre sobre los ingresos tributarios deja en una situación de vulnerabilidad a uno de los pilares que aún sostienen la alicaída confianza en la economía peruana: la disciplina fiscal.

Alejandra Costa es curadora de Economía del Comité de Lectura