Si quiere divertirse un rato durante los primeros feriados del Año Nuevo, busque en Google las proyecciones que se hicieron para la Bolsa de Valores de Lima (BVL) a inicios del 2014. Verá que los mismos pronosticadores seriales que fallaron clamorosamente con sus estimados de rendimiento para el 2013 volvieron a tropezar con la misma piedra durante el año que ayer se fue.
Directores de la BVL, gerentes de inversión de las AFP, analistas de las casas de bolsa, entre otros profesionales, anunciaban crecimientos de entre 10% y 20% para el 2014. Todo ello basado en sus juicios sobre el crecimiento chino, la demanda de minerales, el ‘tapering’ y otros factores complicadísimos de explicar. Lo cierto es que la bolsa arrancó el 2014 en 15.876 puntos y, al momento de escribir estas líneas, estaba en niveles de 14.525. Una caída de 8,5%. Bien dice el profesor estadounidense Burton Malkiel que la mejor manera de escuchar pronósticos bursátiles por la televisión es apretando ‘mute’ en el control remoto.
Parte del entretenimiento de estos días de ocio incluye repasar las proyecciones oficiales que se hicieron regularmente sobre el crecimiento del PBI. Cuánta habrá sido la vergüenza del ministro Luis Miguel Castilla recortando las cifras mes a mes. Desde el lejano 5,5% hasta el esperado 2,5% que aproximadamente obtendremos. Muy ingrato el oficio de otear el horizonte y anticipar el futuro.
Le habrá pasado a muchos con el precio del petróleo. Imagínese ser dueño de una empresa petrolera y ver sus ingresos desplomarse 50% en seis meses, el mismo descenso que ha tenido el precio de la gasolina durante el 2014 en el New York Mercantile Exchange. Esa nadie la vio venir. Sería doblemente divertido conocer cómo quedan las proyecciones de rentabilidad de la futura refinería de Talara con los valores que ahora se transan en los futuros de petróleo y gasolina.
Los sepultureros del libre mercado difícilmente habrán imaginado los 18.000 puntos del Dow Jones alcanzados durante el 2014, coronando con ello un rendimiento promedio de aproximadamente 14% por año desde que reventó la crisis financiera en el 2008 y se anunció el fin del capitalismo. Tampoco, supongo, las tasas de crecimiento de Estados Unidos en el segundo y tercer trimestres del 2014 (4,6% y 5%, respectivamente), el doble de lo ocurrido en nuestro querido Perú y más que suficiente para despojarnos de la ilusión de vedette económica internacional.
Como suelen decir los gringos, es difícil hacer proyecciones, sobre todo si son acerca del futuro. Lo único que sabemos con alguna certeza es que los mercados son impredecibles y que los ciclos económicos –apogeo y caída, ‘boom and bust’– son inevitables. De manera que mejor no crea mucho en los pronósticos de los expertos, manéjese usted con cautela y guarde pan para mayo. Porque en algún momento mayo llegará.