Los últimos spots que ha lanzado la campaña de César Acuña enfatizan varios aspectos de los orígenes del candidato. En el último lo muestran volviendo a su casa materna, a Ayaque, Chota. La narración enfatiza las carencias, como la falta de luz, agua o regalos en Navidad. Se menciona también que Acuña es hijo de una mujer analfabeta. El spot finaliza con una frase: la humildad no es pretexto para no crecer.
Luego, en otro anuncio (con el que Luis Favre trata de capear el temporal de los múltiples plagios en la carrera de Acuña), en un paralelo con la historia del connotado Martin Luther King, se menciona que ambos personajes han venido de abajo, del mundo rural, y que plagiaron en sus tesis doctorales. Se subraya que la vida de alguien no se puede juzgar por ese solo hecho.
En spots anteriores, los asesores mediáticos del candidato tratan de establecer un vínculo sociológico con el ciudadano: “Acuña es como ustedes”, se repite en uno de los primeros anuncios. Esto es cierto, en parte.
En el Perú hay millones de personas que comparten los orígenes de Acuña: provincianos, campesinos o de padres agricultores, migrantes que han vivido en un mundo de carencias, sin servicios básicos ni oportunidades. No obstante, esos orígenes no hacen que las personas sean intrínsecamente buenos ciudadanos.
Ser provinciano con raíces campesinas no hace a las personas mejores de por sí. Lo que los hace mejores no son sus orígenes, sino las trayectorias. Por supuesto, un camino sobresaliente cobra más brillo si parte de un pasado humilde.
Por eso, la estrategia de Acuña está igualando, al enfocarse en los orígenes, a aquellos provincianos emergentes con diversas trayectorias (es decir, a aquellos con un pasado decente y que han surgido loablemente pese a las adversidades) con quienes han hecho de la trampa y la mentira el motor de su ascenso social.
Ambos comparten el mismo origen, pero unos han seguido una trayectoria según la ley y el respeto a los demás y los otros un camino perverso. La publicidad nos dice que no importa que haya respetado o violado la ley, lo que importa es que fue humilde. Lo que nos están diciendo implícitamente Favre y compañía es que si tus orígenes son adversos, entonces bien puedes valerte de la mentira y el hurto para progresar en la vida.
Felizmente tenemos muchos ejemplos de provincianos luchadores que han surgido a través de la educación o de los negocios. Acuña no nos quitará que ellos sí existen y que no todos son iguales a él.
Por supuesto, las trayectorias de las personas pueden tener manchas y altibajos. Nadie está libre de pecado para tirar la primera piedra, y en las elecciones no se trata de escoger ángeles, sino personas, con defectos y virtudes. Pero una cosa es cometer un error y rectificarse y otra es hacer una carrera sobre la base de la mentira y el robo.
Finalmente, Acuña sería un claro ejemplo de cómo atribuir rasgos buenos o malos basados en las características físicas u orígenes de una persona es falaz. Así como no todos los provincianos humildes son buenos ciudadanos, no todas las personas de origen japonés son honradas, no todos los ciudadanos con doble nacionalidad son vendepatria, ni todo lo nuevo es mejor.
Para sacar una conclusión, es necesario ver las trayectorias de los candidatos, valorar si con esfuerzo legítimo han logrado superar sus adversidades y poner en la balanza sus defectos y virtudes.