Fotos: AFP/Reuters
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Andrés Calderón

Lima, Curitiba, Wellington. El Perú jugó muchos partidos en muchas canchas las últimas semanas. El que nos enfrentaba con Nueva Zelanda culminó en algarabía el último miércoles. En el de la justicia todavía seguimos en el repechaje… 

Marcelo Odebrecht y su testimonio ante fiscales peruanos en Brasil, según han reportado El Comercio y varios otros medios, parecen confirmar algunas cosas: 1) la constructora Odebrecht financió las campañas de los principales candidatos en los últimos procesos electorales (los postulantes por los que se indagó incluirían, cuando menos, a Ollanta Humala, Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski), 2) Jorge Barata, ex máximo representante de la constructora brasileña en el Perú, es quien conocería en detalle los montos, fechas y vías por las que se canalizaron dichos aportes.

El partido de vuelta incluye a Barata, y también debería requerir a Ricardo Boleira, Raymundo Trindades, Luiz Antonio Mameri, ex altos directivos de Odebrecht, y a la misma compañía, pero hay riesgo de que no se juegue. Hasta la fecha no hay un acuerdo de colaboración definitivo con la compañía brasileña, ni con sus ex representantes. Lo poco que se ha avanzado y a cuentagotas es gracias a los acuerdos de delación premiada (colaboración eficaz) entre Odebrecht y la justicia brasileña, y a los convenios de colaboración entre las fiscalías peruana y brasileña.

Es vergonzoso que, casi un año después de que explotó el Caso Lava Jato en el Perú, aún no hayamos concretado la principal herramienta para conocer, en toda su dimensión y con pruebas, a todos los funcionarios coimeados por Odebrecht y quienes los ayudaron, a todos los dirigentes y partidos políticos que recibieron financiamiento, a todas las empresas constructoras que seguían tácticas similares, y a todas las socias de Odebrecht que colaboraron con ella en los sobornos. 

Pero esto no es culpa (al menos no exclusiva) del Ministerio Público. El problema es que seguimos jugando partidos diferentes. Algunos jueces y ex procuradoras jugaban a gambetear solo para ganar protagonismo, haciéndose los implacables con Barata (procesándolo y entorpeciendo el acuerdo de colaboración eficaz) y Odebrecht (impidiendo la venta de sus activos cuyo pago iría al fideicomiso de reparación civil), es decir, con quienes ya estaban derrotados. El Congreso juega a lesionar a cualquier rival. Poco le importa descubrir la verdad, sino únicamente tirarle la pelota de Odebrecht a quien pueda y luego meterle un planchazo. Juegan en pared con algunos “periodistas” que parecen hinchas y opinólogos “indignados”. Efervescentes para pedir que boten a Odebrecht del país. Hasta parece que no quisieran que los empresarios brasileños revelen más información. Y el Ejecutivo “ratonea” y apuesta al 0 a 0. Apenas le preocupó hacer un gesto con el Decreto de Urgencia 003 (para asegurar la reparación civil), pero de carambola generó menos incentivos para que Odebrecht colabore con la justicia, perdiéndose el objetivo final: que delaten a todos los responsables de la farra de corrupción.  

El partido no es contra Odebrecht, que ya perdió por goleada en Brasil. El partido es contra los que no quieren que Odebrecht revele todo lo que hizo en el Perú. Y para ganarlo, aunque saque ronchas, es necesaria su colaboración. A ver si les exigimos a nuestros jugadores que apunten al arco correcto. 

P.D.: ¡Gracias, selección! No diré que siempre creí que clasificaríamos al Mundial. Dejé de creer en algún momento, pero nunca dejé de ir al estadio a alentarlos. Y, ahora, quiero que se prolongue la alegría. Todavía no quiero ir a Rusia, quiero seguir clasificando.