¿Se imaginan el pánico que deben sentir los pasajeros de un avión al ver que se van apagando los motores de la aeronave uno tras otro, en pleno vuelo? Eso es lo que está sucediendo con la economía peruana de acuerdo con un último informe del Banco Central de Reserva (BCR), que detalla el desempeño de los distintos componentes de la demanda interna en el tercer trimestre de este año.
Si miramos hacia atrás, veremos que, en medio de la debilidad de la inversión privada, el consumo privado –lo que gastamos usted y yo– se mantuvo fuerte hasta el 2022 y, junto con el impulso de la inversión pública, mantuvo el PBI en resultados positivos.
Pero eso ha cambiado en los últimos meses. Las cifras del BCR muestran que este indicador retrocedió un 0,1% en el tercer trimestre del año, en comparación con el mismo período del 2022.
Ese traspiés explica, en parte, la caída del PBI del 1% registrada entre julio y setiembre, dado que el consumo no ha logrado compensar la contracción de la inversión pública (-4,6%) y de la inversión privada (-6,2%) en esos meses.
Hay que decir que ya los peruanos habíamos ajustado nuestros gastos durante los primeros dos trimestres del año y que los avances del consumo privado se acercaban a cero, pero aún crecían sostenidos en el crecimiento del empleo.
Sin embargo, en el tercer trimestre el empleo a nivel nacional cayó un 0,9% y poco pudieron hacer contra eso el mayor empleo formal y el crédito de consumo.
Esta contracción no debe ser novedad para los que leen esta columna, ya sea que hayan empezado a ahorrar por el temor a que tengamos que enfrentar épocas de vacas incluso más flacas, o a la fuerza, debido a que sus ingresos ya no le alcanzan porque todo cuesta más.
El BCR lo explica de una manera más técnica: “la caída de la confianza del consumidor –que se trasladó al tramo pesimista al cierre del trimestre– y el efecto de la inflación acumulada sobre el poder adquisitivo explican el resultado negativo del trimestre”.
Al final, decidimos limitar, por ejemplo, los almuerzos fuera de casa o restringir gastos que no consideremos de primera necesidad.
El tema es que cada una de esas pequeñas decisiones pesan y, como en la paradoja del huevo y la gallina, son consecuencia y causa a la vez de la debilidad de la economía peruana.
¿Cómo cambiar esta situación? Es difícil, pues salidas fáciles como nuevos retiros de los fondos de pensiones o entregar bonos tienen graves efectos negativos. Si no se recupera la inversión privada y el empleo, si el Gobierno no toma medidas para que nos sintamos más seguros frente a El Niño, si no logra que los empresarios y consumidores miremos el futuro con esperanza, los motores seguirán apagados y la economía peruana no levantará vuelo.