Diana Seminario

Una vez más, la amenaza desestabilizadora que trae consigo la autoproclamada “” acapara titulares y la preocupación de millones de ciudadanos que solo queremos vivir en paz y trabajar.

Quienes convocan la protesta dicen que esta será la “tercera toma” de la capital y tienen variados y muy diferentes pedidos, así como organizadores. Según información difundida en los últimos días, quienes están detrás de esta manifestación capitalina son el Comité Nacional Unificado de Lucha en el Perú (Conulp), el Comando Unitario Nacional de Lucha (CUL) y el Centro Liberal de Izquierdas y Derechas.

Según notas periodísticas, el Conulp lo integran frentes regionales, movimientos de izquierdas locales, la Federación Nacional de Trabajadores en la Educación (Fenate) y reservistas. Además, buscan liberar a Pedro Castillo y “rechazan el imperialismo estadounidense”. Por otro lado, el CUL lo integran la Confederación General de los Trabajadores del Perú (CGTP), la Central Única Nacional de Rondas Campesinas del Perú (Cunarc), asambleas de los pueblos, frentes regionales, movimientos de izquierda locales y el Nuevo Perú por el Buen Vivir.

Ambas organizaciones exigen el cierre del Congreso, la convocatoria a una asamblea constituyente y la liberación de los detenidos tras el golpe de Estado del 7 de diciembre. Es decir, piden la excarcelación de Pedro Castillo y Betssy Chávez.

Por último, el llamado Centro Liberal de Izquierdas y Derechas –que incluye al colectivo No a Keiko, la Disidencia Progresista, el Partido del Buen Gobierno y el Partido Morado– exige reformas políticas y el adelanto de elecciones.

Lo que llama profundamente la atención es que ninguno de los supuestos organizadores haya realizado un deslinde enfático y frontal luego de que ‘Vilma’ hiciera un llamado no solo a tomar Lima, sino a la “toma del Perú”.

Resulta preocupante e indignante que se normalice que una persona sindicada como terrorista y miembro del Militarizado Partido Comunista del Perú, conformado por los remanentes de Sendero Luminoso, convoque protestas y que ninguna organización promotora de la marcha del 19 de julio reaccione haciendo un llamado a que la movilización del próximo miércoles sea pacífica.

A esto hay que añadir que Nuevo Perú, el movimiento encabezado por la excandidata presidencial Verónika Mendoza, es una de las más entusiastas agrupaciones de la movilización del 19 y que, de modo irresponsable y mentiroso, califica la sucesión constitucional que llevó al poder a como una dictadura.

Nunca escuchamos a Mendoza pronunciarse sobre la manifiesta corrupción en la administración de su camarada Castillo, y a Mirtha Vásquez –quien fuera presidenta del Consejo de Ministros– no la vimos escandalizarse por las visitas a la casa de Sarratea (por cierto, seguimos esperando la lista de visitantes que prometió). Además, el llamado ‘gabinete en la sombra’ operó frente a sus narices.

Un fajín de ministra, S/30 mil de sueldo y una parcela de poder parecieran ser una receta eficaz para mantener en silencio a autoproclamadas luchadoras sociales. ¿Les suena familiar Anahí Durand?

Ante tan variada convocatoria y “plataformas de lucha”, lo que queda claro es que, si algo une a quienes asoman detrás de la protesta, es que todos apoyaron con su voto al gobierno de Pedro Castillo que llevó como vicepresidenta a Dina Boluarte en una plancha presidencial incompleta.

Es hora de asumir su voto.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Diana Seminario es periodista