Trump or not Trump, por Arturo Maldonado
Trump or not Trump, por Arturo Maldonado
Arturo Maldonado

He ahí el dilema para millones de votantes estadounidenses en las próximas elecciones presidenciales. Ayer en la noche se dio el primer debate entre Hillary Clinton y Donald Trump. En el momento que escribo este artículo, hay una expectativa grande debido a la presencia de Trump en las filas del Partido Republicano, lo que ha avivado el interés público dentro y fuera de Estados Unidos por esta carrera a la Casa Blanca. 

En el norte, muchos se siguen preguntando qué sucedió para que este empresario y personaje televisivo haya podido acceder a la nominación republicana y esté ahora muy cerca de Clinton en las encuestas. Según los últimos sondeos, Clinton lleva una ventaja de menos de 3%, e incluso algunas encuestas arrojan un empate técnico. Estando las cosas así de apretadas, algunas ideas nos ayudan a entender la candidatura sorpresa de Trump.

En primer lugar, estas elecciones parecen haber despertado un autoritarismo latente dentro del bolsón tradicional republicano. Cuando este factor se despierta, emergen actitudes como la oposición a los derechos de los homosexuales, las actitudes negativas hacia las minorías étnicas y muchas otras medidas de mano dura (como el apoyo a la tortura para fortalecer la seguridad nacional). La retórica del candidato republicano ha hecho eco de estas actitudes y ha servido de altavoz, legitimándolas en esta campaña.

Esta retórica está muy cargada de etnocentrismo, esa tendencia a dividir el mundo en nosotros versus ellos. Para Trump y sus seguidores, de un lado estarían los estadounidenses y del otro lado (de la frontera) los mexicanos y los musulmanes, a los que quiere dificultar el ingreso al país por medio de muros y controles migratorios más estrictos.

Otro factor innegable es que Trump tiene al frente a una mujer candidata. Al votante estadounidense se le hace difícil asociar a una mujer con características que definen liderazgo. Según hallazgos en la academia, entre dos candidatos con iguales calificaciones pero de diferente género, las personas a las que se les hace difícil esta asociación tienden a escoger al candidato hombre. Es decir, existe un sesgo implícito en contra de las mujeres que aspiran a puestos de poder y responsabilidad política.

El mayor problema para Hillary Clinton está en un grupo demográfico en particular: los hombres blancos sin educación superior. Según cálculos de “The New York Times”, si el voto entre los estadounidenses blancos con alguna educación superior es marginalmente tendiente hacia los demócratas, entre el mismo grupo pero sin educación superior el voto por el partido de Clinton disminuye más de 20 puntos porcentuales. Este grupo representa cerca de la mitad de los votantes, aunque no la mitad del universo electoral, dado que el voto es voluntario en Estados Unidos.

Al parecer, este conjunto demográfico en particular es al que el discurso autoritario y etnonocéntrico de Trump resuena con mayor volumen. Una de las razones es que se trataría de un grupo empobrecido, que está en el bando de los “perdedores” de la globalización, y para quienes el mensaje de hacer a “América grande otra vez” significa hacer a ellos otra vez el grupo demográfico dominante en lo económico y político. Todo lo contrario al discurso de revalorización de la diversidad que ha promovido, con sus altas y sus bajas, la actual administración de Barack Obama.

Sin duda las elecciones en Estados Unidos del 8 de noviembre nos afectan en alguna medida. Es muy probable que, en la visión de Donald Trump, el Perú sea también parte de la amenaza migratoria que genera crímenes en las calles y quita empleos, es decir, una extensión de México, el apéndice de la amenaza.