Un agricultor se despide temprano de su esposa y le pregunta, antes de salir, qué quiere por el día de la madre. “Hace tiempo que no vamos a Europa”, le contesta ella. “Ni hablar –se exaspera él–. Estoy con mil gastos en la chacra. Tengo que reparar el canal, comprar otro tractor, sembrar arándanos. No estoy para ir a Europa. Lo siento.” Y se va. Un poco fastidiado, ciertamente.
Esa misma tarde, sin embargo, regresa a su casa exultante. Encuentra a su esposa en la sala y le dice:
–¿A que no sabes lo que tengo acá? ¡Dos pasajes a Europa!
–Ay, gordo, no tenías que hacer eso. Si estás con tantos gastos… Podíamos haber ido a Europa en otro momento.
–No pasa nada, Vikicita. He leído esta mañana en el periódico que Agrobanco va a dar créditos al 1%. ¿Te puedes imaginar? ¡Uno por ciento! Con eso, el canal, el tractor y los plantones me salen regalados. ¡Comienza a hacer tus maletas!
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Esta historia es una adaptación de otra que contaba nuestro difunto amigo Ernesto Fontaine, hace casi treinta años, en una de sus columnas semanales en El Mercurio de Chile. La columna de Fontaine terminaba con una pregunta que quisiéramos trasladarle ahora al ministro de agricultura José Manuel Hernández: ¿qué inversión cree usted que está financiando con el “programa de crédito a tasa 1” que ha anunciado la semana pasada?
La respuesta para los economistas del MEF que están analizando su propuesta debería ser obvia. No importa que el crédito se otorgue específicamente para las inversiones que haya que hacer en la chacra. El dinero, como se dice, es fungible. El préstamo de Agrobanco será utilizado para gastos que, de otra manera, no se habrían hecho.
Nuestro agricultor pensaba usar sus propios fondos para invertir en su chacra; ni hablar de ir a Europa. Pero gracias a los recursos adicionales que el banco pone a su disposición, a una tasa de interés inferior a la tasa de mercado, decide cambiar el destino de sus propios fondos y, de paso, el de sus vacaciones. La política de préstamos preferenciales los hace más felices a él y a su esposa, pero no hace más próspero al país.
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El elemento caricaturesco del ejemplo no le quita validez general. Cualquier otro agricultor de más modesta condición utilizará el préstamo para reemplazar los fondos propios que pensaba invertir en su tierra, y liberará estos últimos para dedicarlos a gastos personales. Inclusive si no tenía fondos propios, podemos colegir que no tenía tampoco inversiones que hacer que fueran suficientemente rentables como para tomar un préstamo a tasas de interés como las que el propio Agrobanco ofrece a otros clientes. Dicho de otra manera, las inversiones que podría hacer agregan menos valor a la producción nacional que el que podrían agregar las inversiones de otros clientes de este u otro banco –pymes, por ejemplo– que sí estarían dispuestos a pagar tasas de mercado.
Es incomprensible que, habiendo aumentado este gobierno el capital de Agrobanco en 150 millones de soles a fines del año pasado, lo obligue tan rápido a perderlo. Porque eso es precisamente lo que ocurre cuando un banco presta plata a una tasa de interés irrisoria, que no cubre su costo de fondeo. El ministro Hernández justifica este subsidio encubierto como una ayuda para los agricultores afectados por El Niño costero. Pero ¿acaso no se les ha dado ya un bono de mil soles por hectárea?