Rolando Arellano C.

La convulsión social ha opacado la discusión sobre la fuerte inflación que se da en el país desde hace unos años. Dados sus efectos en el bienestar de las familias, es importante que se entiendan bien sus causas y se adapten los gastos a ella. Veamos.

Primero, debe entenderse que los que vivieron la hiperinflación de los gobiernos de Velasco, Belaunde y García se defendían de la subida del pan, las verduras, la ropa y los pasajes, resultado de un sol que disminuía de valor, por un gasto gubernamental sin respaldo. Hoy, con una moneda fuerte, la inflación tiene dos fuentes diferentes. Una es la inflación que afecta sobre todo a EE.UU. y a Europa y se traslada aquí en productos como el trigo y el maíz, indispensables para el pan y el pollo, y en el valor de los créditos externos para materiales y equipamiento de empresas. La otra causa son los problemas internos, como ocurre con los productos agrícolas, cuyo precio sube por la falta de fertilizantes y por los movimientos sociales que impiden su llegada a los mercados.

Es cierto que esta inflación es inferior al 10%, mientras que la del siglo pasado llegó a varios miles, pero no por ello es menos peligrosa. Primero, porque el 10% es el promedio de muchos productos, pero algunos, como los fertilizantes, se incrementaron en 400% o más. También porque la inflación endémica se compensa (parcialmente) con una subida constante de salarios, lo que no ocurre siempre en inflaciones más puntuales. Es además peligrosa porque ataca más a los formales, que tienen salario fijo (formalistas, por estilos de vida Arellano), ya que los progresistas y la mayoría independiente (taxistas, por ejemplo) corrigen más rápido sus precios. Y siempre está el riesgo de que se descontrole y, en una espiral de subidas, se vuelva la pesadilla que ya conocemos.

¿Cómo deberían actuar los consumidores hoy? Como un 10% de inflación significa un 10% menos de dinero real en el bolsillo, evidentemente poniendo más cuidado en el gasto. Consumiendo, por ejemplo, productos menos expuestos a la inflación, como aquellos con más contenido nacional. Actuando como hacen, sobre todo, las mamás conservadoras en el mercado, reestructurando su mezcla de consumo con los productos más accesibles cada día (hoy pescado y papas, que están más baratos y fideos con pollo mañana, si bajó este producto). Expresando sus quejas sociales sin afectar la producción de las empresas grandes o pequeñas, pues eso afecta directamente el costo de vida de los más pobres. Y, detrás de ello, actuando de la única forma que realmente evita que la inflación se agrave: trabajando un poco más, como nuestros estudios muestran que ya hace hoy la mayoría de los peruanos.

Que tengan una gran semana.

Rolando Arellano C. es CEO Arellano Consultoría para Crecer