A diferencia del entusiasmo que viene demostrando el ministro de Trabajo, Alejandro Salas (más vocero y defensor del Gobierno que ministro, en realidad), no creo que la visita al país de la misión de la OEA resuelva o varíe mucho la profunda crisis política en la que estamos inmersos. Sin embargo, si este grupo llamado de alto nivel y conformado, entre otros, por cinco cancilleres de la región, llega a territorio nacional con la misión de hacer un análisis situacional objetivo frente a lo que el Ejecutivo llama “un golpe de Estado en curso”, vendría bien que estas personalidades tomen en cuenta la mayor cantidad de voces posibles para que tengan un real diagnóstico de lo que pasa. Claro, siempre y cuando esa sea la premisa. Aquí van algunas sugerencias.
La misión de la OEA podría reunirse, por ejemplo, con el procurador general Daniel Soria (destituido ilegalmente del cargo en febrero de este año y repuesto hace poco por orden judicial), quien les podría comentar acerca del respeto institucional al sistema de defensa jurídica del Estado que el gobierno de Pedro Castillo ha demostrado y, en especial, a la garantía de trabajo independiente ofrecida a los procuradores para que defiendan los intereses del Estado y no de la gestión de turno. Les resultará interesante escuchar no solo lo sucedido con Soria, sino también la elección de los que lo sucedieron: María Caruajulca y Javier León Mancisidor.
Luego de recibida esa información, este grupo también podría presentarse donde la fiscal superior Marita Barreto, que no creo que tenga inconvenientes en exponerle cada una de las decenas de elementos de convicción que ha recogido el equipo especial de fiscales no solo relacionados a los presuntos actos de corrupción de este gobierno, sino también a las maniobras utilizadas para obstruir a la justicia, sustraer a los investigados como Juan Silva y Fray Vásquez, y las acciones de amedrentamiento y hostilización contra los que investigan.
Después de escuchar los argumentos de la fiscal, sería buena idea que presten atención a los excomandantes generales José Vizcarra (Ejército) y Jorge Chaparro (FAP); así como al ex subcomandante general de la PNP Javier Bueno, para que les hablen acerca de cómo se llevó a cabo el proceso de ascensos en sus respectivas instituciones el año pasado y cuáles fueron los intereses políticos (y tal vez económicos) detrás de las propuestas que venían de Palacio.
Y, si quieren saber más, por ejemplo, sobre cómo se ha conducido el Gobierno desde adentro, exministros como Avelino Guillén o Pedro Francke podrían comentarles acerca del llamado gabinete en la sombra. Claro, siempre y cuando la OEA quiera hacer un trabajo imparcial en su visita y no ser parte del guion de un gobierno desesperado.