César Acuña, entrevistado este domingo en Canal N, aseguró que regularía el tipo de cambio y controlaría los precios de los alimentos. En cuanto a lo primero, el candidato de “plata como cancha” afirmó que el Banco Central de Reserva (BCR) debería encargarse de la regulación del tipo de cambio, mientras que para el control de precios simplemente respondió que esa era una función reguladora del Estado. Es irónico que el líder y candidato presidencial de un partido político, cuyo nombre es Alianza para el Progreso, proponga dos medidas que son inversamente proporcionales al progreso económico de los pueblos.
En principio, es un hecho históricamente comprobable que la regulación de precios por el Estado siempre genera escasez. Lo observamos hoy en Venezuela, por ejemplo. Allí, en nombre del bienestar del pueblo, tanto Hugo Chávez como Nicolás Maduro decidieron ponerle el precio a todos los bienes y servicios que se ofrecen en el mercado, con el resultado que todos conocemos: anaqueles vacíos en las tiendas, colas interminables para conseguir lo poco que hay, producción en picada y un mercado negro al que hay que acudir para conseguir lo que no existe en el paraíso de los precios controlados. En la Argentina de los Kirchner sucedió igual, y así podemos seguir enumerando los fiascos de las economías controladas.
Pero los peruanos no tenemos que ir muy lejos para saber lo que significa el control de precios y del tipo de cambio. En los gobiernos militares de Juan Velasco Alvarado y Francisco Morales Bermúdez, así como en la administración de sus sucesores Fernando Belaunde y sobre todo en el primer gobierno de Alan García, se aplicó lo que Acuña promete hoy para “no agobiar” el bolsillo del pueblo. Una crisis económica sin precedentes con reservas internacionales en cero y una inflación de 7.500% me relevan de mayores comentarios.
Aun así hay que decir que lo que Acuña propone como regla (del fiasco económico y social) está considerado como excepción en nuestra Carta Magna. Por ejemplo, el BCR sí regula el tipo de cambio cuando sale al mercado como un agente más a vender o comprar dólares y así evitar que esa divisa se dispare o escasee. ¿No lo sabe acaso el candidato Acuña? El Estado fija también precios a determinados servicios que considera socialmente indispensables y que el sector privado no puede brindar porque no le es rentable. Tal es el rol subsidiario del Estado en la economía que, comparado con el anterior modelo de intervencionismo y dirigismo económico que hoy desempolva Acuña para el Perú, ha demostrado ser bastante superior para el bolsillo de los peruanos. ¿O a usted le gustaría que el pan o la leche que compra terminen costando 7.500 veces más?
No es de extrañar que Acuña sea tan generoso con un modelo basado en los subsidios, pues de eso se trata finalmente el control de precios y del tipo de cambio. Después de todo, su negocio privado, que lo ha convertido en multimillonario, ha sido posible gracias al subsidio de todos los peruanos. Es porque el candidato Acuña está exonerado de pagar impuestos por sus emporios universitarios que hoy puede darse el lujo de declarar ingresos por más de 56 millones de soles anuales.
Queda de consuelo que, como lo estamos viendo en esta campaña, lo que se dice un día termina desdiciéndose al otro. En esta ocasión ojalá que así sea, por el bien de los bolsillos y del futuro de más de 30 millones de peruanos.