Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. Ambos nombres no dejarán de sonar en México en los próximos nueve meses: una de ellas se convertirá en la presidenta del país, la primera mujer en llegar al cargo.
Aunque nueve meses son una eternidad en la política –sobre todo en la latinoamericana– y cualquier cosa podría pasar en el camino, hasta el momento, ellas son las principales candidatas para reemplazar a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), un presidente popular pero que, al mismo tiempo, genera odios viscerales entre sus detractores.
AMLO dice que su proyecto político, denominado la Cuarta Transformación, no es personalista, sino que ha buscado una nueva manera de hacer política en México, un país acostumbrado a la corrupción de los partidos. Pero sus críticos señalan que el mandatario está buscando emular con Morena, su organización, lo que pasó con la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el siglo XX, diseñando un partido que busca controlar todos los estamentos del poder.
Para muchos, esta suerte de encuestas para elegir las candidaturas presidenciales han sido solo un teatro, una apariencia, para definir lo que ya se sabía desde hace semanas e incluso meses. Del lado oficialista, López Obrador ya había configurado a Sheinbaum como su sucesora. La exjefa de Gobierno de la Ciudad de México –que es doctora en Física y ha tenido una trayectoria académica destacable– forma parte de Morena desde sus inicios y ha sido una de las funcionarias más cercanas y leales al presidente.
Marcelo Ebrard, excanciller y también uno de los hombres fuertes del gobierno durante este sexenio, quedó segundo en las encuestas y desde que salieron los resultados el 6 de setiembre no ha dejado de señalar que desde el primer momento hubo preferencias por Sheinbaum, al asignársele un exagerado monto de dinero para sus presentaciones públicas (muy probablemente del Estado y no de las arcas del partido) y ha pedido la repetición del proceso.
Del lado de la oposición, Xóchitl Gálvez, una ingeniera y empresaria que en pocos meses subió como la espuma, también fue elegida antes de que se realizaran de manera oficial los sondeos. La coalición entre el PRI, el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) optó por ella calculando que sería la mejor opción para vencer a Sheinbaum, porque básicamente Gálvez tiene virtudes claves para esta elección: experiencia de gobierno, es coloquial y, sobre todo, no ha tenido reparos en responderle al presidente de la misma manera en que él se despacha contra los que no le gustan.
Basta saber si eso será suficiente para vencer una maquinaria que viene muy bien aceitada para seguir en el poder, o si será suficiente como para hacer olvidar que dentro de su coalición están los partidos de siempre que muchos mexicanos ya prefieren olvidar.