Arranca tus pelos y plancha tus senos, por Liuba Kogan
Arranca tus pelos y plancha tus senos, por Liuba Kogan
Redacción EC

LIUBA KOGAN

Jefa del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad del Pacífico

Las mujeres nos estamos haciendo daño a lo largo y ancho del globo terráqueo para resultar más atractivas o para evitar parecerlo. ¿Por qué lo hacemos?

En algunos países africanos como Chad, Togo, Benín y Camerún, las madres queman o presionan brutalmente con fierros –u otros materiales– los pechos de sus hijas al inicio de la pubertad, con la finalidad de evitar que aquellos les crezcan. Los senos de las pequeñas niñas –símbolo de madurez sexual– son deformados o dañados estéticamente (e incluso fisiológicamente), con la finalidad de afear a las jovencitas. La razón de tales prácticas tan dolorosas, se debe al temor de las madres de que sus niñas sean violadas a muy temprana edad y además resulten embarazadas. En esos países las violaciones son alarmantemente frecuentes y se dan en un entorno donde los hombres no son sancionados, por lo que las madres evitan con desesperación que sus hijas resulten sexualmente atractivas.

En el otro extremo, en las metrópolis de los países occidentales, se han puesto de moda entre las jóvenes prácticas que atentan contra su salud corporal, pero que se autoinfligen con la finalidad de resultar atractivas a los hombres. Entre las principales prácticas están las depilaciones (que incluyen ya no solo piernas, brazos o axilas, sino también la zona genital). Existe todo un abanico de formas de depilación púbica, pero lo más llamativo es la depilación total. Y no solo es eso; también se blanquean los genitales femeninos y el ano y se operan los labios vaginales para embellecerlos. Para todo ello, se usan productos tóxicos y se dejan expuestas la piel y mucosas delicadas o se ingresa al quirófano sin necesitarlo.

Podemos incluso identificar otras prácticas que pasan como normales o indudablemente convenientes: las dietas radicales para bajar de peso antes de fiestas importantes (“me tiene que quedar el vestido talla 8, porque me muero si paso de esa talla... ¡así no salgo de mi casa!”). No olvidemos los zapatos de enormes plataformas y tacos de más de 15 centímetros que dañan dramáticamente la estructura de los pies y la columna; los pantalones extremadamente ajustados y calzones cada vez más pequeños, estos últimos de materiales sintéticos que generan problemas ginecológicos; o los tintes de cabello y maquillaje con contenidos tóxicos, como el plomo.

Las jóvenes buscan resaltar su atractivo sexual empujadas por la publicidad, las industrias cosméticas y el ejemplo que les proporcionan sus artistas y cantantes favoritas. Por lo que hoy en día las pequeñas se visten y trabajan sus cuerpos como si fueran jóvenes o adultas e inician su vida sexual a edades cada vez más tempranas. 

Antes que algo naturalmente dado, el cuerpo femenino aparece sumamente exigido. Ya sea mutilándolo por protección o embellecimiento, la sociedad se apropia del cuerpo de la mujer cada vez a edades más tempranas. Mientras, nosotras creemos que somos libres y felices haciéndonos daño.