Cuando hace algunos años nuestra empresa tuvo la oportunidad de colaborar con los productores en lo que sería luego “¡Asu Mare!”, vimos que el resultado tenía grandes probabilidades de éxito. Ello, porque se presentarían aspectos no solamente muy representativos de la realidad de muchísimos peruanos, sino que se haría mostrando una realidad constatable. “Ese soy yo, y ese puedo ser”, decían, y las cifras de la película inicial y de las dos ediciones posteriores, muestran que el fenómeno continúa.
Ese soy yo, parece decir la mayoría de quienes van a verla, porque como en muchas telenovelas o películas que muestran a la esforzada familia que salió de la pobreza, “¡Asu Mare!” es la historia de éxito de muchos peruanos de hoy. Es lo que ellos han vivido, solo que en “¡Asu Mare!” ven reflejados su propio barrio, su jerga y sus modismos, y no la de un actor indio en su ambiente de Mumbai.
¿Los peruanos se ven reflejados en una unidad vecinal limeña? Sí, porque frente a la creencia de algunos, las periferias de las ciudades donde hoy habita más de la mitad de nuestros paisanos tiene tanto las comodidades como la precariedad que existía hace tiempo en los edificios limeños. Y porque ese ambiente de barrio, del amigo de la cuadra y del juego en la calle que se ha perdido en las zonas acomodadas, sigue existiendo con fuerza en una gran parte del Perú.
Pero quizás el factor más importante es que en la trama de las tres películas se encuentra presente el anhelo de integración social de las mayorías. Allí se ve ese mismo sentimiento que hizo tan exitosa a la serie “Al fondo hay sitio”, y que en “¡Asu Mare!” tiene la ventaja de que el público sabe que viene de la realidad. Mientras en la novela gusta que convivan, se enemisten y se enamoren los ‘pitucos’ Maldini y los populares Gonzales, en las películas de Cachín gusta mucho más que eso sea una historia de la vida real. El saber que eso ocurrió efectivamente con Carlos Alcántara y su esposa, multiplica la magia de la trama.
Y además de lo anterior, el atractivo crece por la garantía que da la vida misma del protagonista. Para la gente, Alcántara no es solo reconocido como el ex Patacláun, un buen artista y humorista, sino también como una persona correcta, sin escándalos y sin poses. Y eso no solo hace a la historia aun más creíble, sino que incentiva a llevar a toda la familia a ver el filme, como un evento educativo.
En fin, el gran aprendizaje de “¡Asu Mare!” es que su éxito resulta de reflejar optimistamente y sin prejuicios las realidades y sueños de la inmensa mayoría de peruanos, haciendo que cada quien se identifique orgullosamente con la mamá de Cachín, con su esposa o con el actor. Subiendo la autoestima de todos. ¡Asu Mare!