Calatos en Machu Picchu, por Liuba Kogan
Calatos en Machu Picchu, por Liuba Kogan
Redacción EC

Estar calatos es un asunto complejo debido a que no solo tenemos que lidiar con el pudor que aprendimos a respetar desde niños y niñas, sino que definir qué significa estar calato y dónde podemos calatearnos es una cuestión no tan fácil de delimitar.

Empecemos a desvestir el tema. La palabra ‘’ proviene del latín ‘nudus’, que significa sin ropa (aunque también sin adornos, simple, puro, pobre o necesitado). Un equivalente de la palabra ‘desnudo’ en quechua es ‘q’ala’. De allí deriva ‘’. Pero claro, ‘desnudo’ no suena como ‘calato’, que denota algo frontal, fuerte, casi telúrico. 

Como mencionábamos, lo complicado es señalar qué determina la desnudez: cuánto debemos mostrar de nuestro cuerpo y cómo para decir que estamos calatos. Por ejemplo, en países de origen semítico las mujeres deben cubrir su cabellera, porque ello implica impudicia; es decir, es una parte del cuerpo que no debe mostrarse porque significa alguna forma de desnudez. De igual modo, los hombres para “estar vestidos” necesitan conservar su barba. Algunas mujeres se sienten desnudas si no se maquillan o no se echan perfume. Incluso, hoy en día para que una mujer joven se sienta desnuda sabe que debe someterse a una depilación total. Como contraparte, los tatuajes y las perforaciones (‘piercings’) visten, cubren y adornan el cuerpo. En otras palabras, la desnudez se define culturalmente: depende de la sociedad y de la época para saber qué, dónde y cuánto debemos mostrar. No olvidemos que hace un siglo se apresaba a las mujeres que vestían ropas de baño que hoy consideramos exageradamente conservadoras.

En la actualidad vemos calatos en todas partes y abundan los espejos de cuerpo entero para vernos calatos a nosotros mismos. ¿Por qué entonces el estupor que causaron los desnudos de algunos turistas al tomarse una foto como vinieron al mundo en ?

Tengamos en cuenta que un grupo de turistas que llega a la ciudadela inca, lo hace como parte de un proyecto místico. Para estos turistas muy probablemente desnudarse no sea algo obsceno; es decir, no lo hacen con la finalidad de exhibirse con malicia o perversidad: simplemente se calatean para sentirse parte de la naturaleza y disfrutar la vibra de Machu Picchu. Recordemos que la obscenidad se encuentra en los ojos del que mira el desnudo, adjudicándole alguna intención grosera. Recalquemos que no es lo mismo ser un nudista que un exhibicionista, porque este último exagera con sus gestos o sobreactúa con la finalidad de impactar a otro; el nudista no pretende molestar a nadie.

Es posible que miradas muy conservadoras confundan nudismo con obscenidad o impudicia e incluso consideren que la desnudez es inaceptable en el contexto de un monumento histórico. Frente a ello, veo dos alternativas saludables: o se colocan carteles señalando la prohibición del nudismo en Machu Picchu o se alienta el turismo nudista en la ciudadela, señalando lugares y horas propias para ello. La verdad, calatearse no es tan malo...