Al menos ya tenemos una campaña para debatir. La polémica que provoca es garantía de recordación. Ha sido un lanzamiento tardío y sin el concurso de los mejores creativos del país (que hubieran aportado mejores ideas con gusto); pero vale.
He leído y oído análisis preocupados porque se apela mucho al miedo o a la culpa (“el COVID no mata solo, no seamos cómplices”); pero me cuesta aislar emociones como lo hacen mis colegas. Somos un manojo de nervios y de sentimientos encontrados. Pasamos del pánico a la indignación, de la paranoia a la temeridad con suma facilidad. Es cierto que esa mención a la complicidad puede ocasionar rechazo o antipatía; pero está íntimamente asociada a la preocupación por no contagiar a los demás.
Simpatizo más con lemas y campañas que asocien culpa, miedo o sorpresa, a compasión y solidaridad. ADÑ, la asociación de diseñadores gráficos, lanzó una campaña con el lema “Me alejo porque te quiero”, que estaba más en esa onda de cariño bueno o bonito; por oposición al cariño malo de “si visitas a tus abuelos pregúntales dónde quieres que pongas sus cenizas”, una de las piezas gráficas de esta campaña.
Pero, vamos, esta no es la campaña que pudo y debió empezar en marzo junto al estado de emergencia y quizá hubiese sido menos represiva; es la campaña del gobierno de un país top en muertes por millón donde se puede presumir que la transgresión a las reglas pone su terrible cuota de letalidad. Otras muertes, quizá la mayoría (nunca lo sabremos a ciencia cierta), se deberán a contagios inevitables de peruanos que se infectaron en su rutina laboral y a pesar de su precavida cotidianeidad; pero a ellos no va dirigida la campaña.
Quizá, en una segunda fase, habría que lanzar un mensaje conciliador para esos peruanos que sufren tanto sin ser cómplices de nada. Celebrar que sobrelleven la crisis y ayudarles con más consejos y equipos de protección personal que mitiguen su riesgo.
Así como nos escandalizamos de los fans del clorito y de las teorías del complot a lo Miguel Bosé; celebremos que en pocos minutos se llenó el cupo de tres mil voluntarios para la prueba de la vacuna del laboratorio chino Sinopharm.
En el Perú hay transgresores cómplices y hay sedientos de prevención. Un deber del Gobierno, que va más allá de una campaña liderada por la secretaría de comunicación social de la PCM, es movilizar, de entre los segundos, a aquellos líderes comunales, influencers, autoridades en su barrio y en su entorno, que comuniquen esos mensajes que los transgresores ignorarán mientras perciban que vienen del Estado.