Las normas de etiqueta sirven para convivir de manera armoniosa, definiendo qué comportamientos son aceptables o no. Para ser útiles, ellas deben evolucionar y adaptarse, entre otros, a los cambios sociales que generan las tecnologías, como el teléfono portátil. Veamos.
El celular es, sin duda, el aparato tecnológico más popular en la historia. El caso más parecido fue el reloj de pulsera, que tomó cientos de años en democratizarse, sin nunca llegar al nivel de influencia que tiene el teléfono hoy. Ahora, siendo evidentes sus grandes ventajas, su popularidad trae también grandes problemas para la socialización, como generar sonidos molestos o interrumpir reuniones, yendo, en muchos casos, contra reglas básicas de convivencia utilizadas durante años.
Más allá de buscar razones o culpables para esos “malos” comportamientos, lo cierto es que solo podremos combatirlos si, como sociedad, definimos qué es y qué no es aceptable hacer con el celular. Estas reglas deben, por cierto, ser útiles (en la Venezuela de los 90 se exigía dejarlos al entrar a un restaurante, para no molestar a los comensales) y también realistas (dejó de exigirse cuando se popularizaron mucho los aparatos). Deben considerar, además, la realidad de cada sociedad, pues el celular se utiliza de manera distinta en países ricos que en los pobres o en aquellos donde hay una mayor o menor seguridad.
De manera inicial, se nos ocurren unas pocas reglas de buen comportamiento con el celular:
1. No usarlo mientras se está manejando, pues se pone en riesgo a los pasajeros del auto o de la combi y a los transeúntes.
2. Escuchar y hablar con auriculares y bajo volumen. Así no se molesta al resto y nadie se entera de que usted se peleó con su esposo.
3. En reuniones, ponerlo en modo vibrador y salir para contestar, solo si es algo urgente. Se aprovecha mejor cada reunión.
4. Nunca colocarlo sobre la mesa, izquierda o derecha del plato, sino en la cartera o el bolsillo. Verá que come más rico.
5. Enviar mensajes de texto pidiendo permiso para llamar a alguien. Logra el 100% de atención y más posibilidades de que le compren su producto.
6. Por la misma razón, no quitarle atención a un interlocutor para revisar mensajes u otros.
Por cierto, todas, más las que los lectores consideren adecuadas, deben responder a una norma lógica básica de respeto: que, en situaciones normales, los presentes tienen prelación sobre los que están a distancia.
Para ponerlas en práctica, en vez de esperar a que las autoridades las impongan (lo que poco funciona) deberían ser difundidas por los ciudadanos conscientes (y ojalá por las empresas de telefonía) en escuelas, medios de comunicación y redes sociales. Así todos ganaríamos. Les deseo una gran semana.